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56º FESTIVAL DE BERLÍN

Los autores de 'Matrix' presentan una película cómic contra los totalitarismos

Se opine a favor o en contra de las tres películas presentadas ayer en la competición del festival de Berlín, es difícil que dejen indiferente. La alemana The free Will es la delicadísima crónica de la angustia y soledad de un violador de mujeres; la argentina El custodio trata de las humillaciones que soporta silenciosamente el guardaespaldas de un ministro, y la británica V de Venganza habla nada menos que de una insurrección popular contra las dictaduras. Temas que, como anunció el primer día el director del festival, son de actualidad, aunque no, como también dijo, contados en clave divertida. Las tres películas son solemnes y, al menos dos de ellas, más largas de lo necesario.

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Basándose en los trabajos del diseñador gráfico Alan Moore, los hermanos Wachowski, autores de la saga Matrix, arremeten ahora contra los totalitarismos en el guión de V de Venganza. Un héroe misterioso que cubre su cara con una risueña máscara se enfrenta a la política del todopoderoso Canciller, émulo del Gran Hermano de Orwell, que ha acabado con las libertades en una Inglaterra futurista tras una guerra nuclear que había iniciado Estados Unidos. Nadie conoce al héroe V, ninguno le vence, pero él se las apaña para ir ejecutando a los culpables de ese régimen fascista y para convocar a todos los londinenses frente al Parlamento, que hará volar por los aires en una espectacular traca final.

En la película, dirigida por el primerizo James McTeigue, se asegura que los gobiernos (actuales y futuros) dominan a la población a través del miedo, a base de amenazas, cuando no realidades provocadas, de epidemias, matanzas y guerras. El Canciller de la película aniquila en campos de concentración a los extranjeros, los homosexuales y a los disidentes políticos, alertando a los ciudadanos de su peligrosidad, pero nada puede contra los sabotajes del "terrorista". V, mezcla de El fantasma de la ópera y de El Zorro, aunque a él le guste más El conde de Montecristo, película que ve a menudo en el pantallón de su residencia subterránea y secreta. Es un héroe con corazón de enamorado, especialmente desde que conoce a una muchacha (Natalie Portman) cuando está a punto de ser violada por unos policías. A partir de ese momento se suceden las peleas, las sangres, los truenos y las centellas, en un alarde técnico que quizá deslumbre al público adolescente al que parece destinada la película. Cuento de héroes y villanos, que tiene la virtud de tratar un tema desgraciadamente tan poco fantasioso como es el resurgir de los fascismos, aunque con la ambigüedad habitual de este género de aventuras: ¿por qué es un símbolo de libertad volar precisamente el Parlamento? Una de las muchas preguntas que se le podrían hacer al director, pero éste prefiere no saber, no contestar.

Más polémica será sin duda The free Will, del alemán Matthias Glasner, dado que contempla a un violador con cierta distancia pero también con respeto. El magnífico actor Jürgen Vogel da vida a este enfermo atormentado, haciéndole odioso pero despertando también algo parecido a la ternura a lo largo de las casi tres horas de proyección, algo parecido a lo que ocurría ante la debilidad del marido matón en Te doy mis ojos, de Icíar Bollaín. Es, además, lo que el director de The free Will declara haber pretendido, "hacer una película tierna sobre el terror de la soledad". Theo, que así se llama el personaje, es puesto en libertad tras nueve años de condena por haber violado a tres mujeres. Reinicia su vida en un buen trabajo, hace deporte, se masturba, no habla con nadie, prefiere estar siempre solo hasta que conoce a Nettie (Sabine Timoteo), de la que se enamora. Pero ello no le impide sentir el impulso bestial e irrefrenable de seguir violando. Sólo al final él mismo encontrará la solución a su caso. Imaginar una película semejante puede despertar indignación en ciertos públicos, pero su proyección fue seguida en un riguroso silencio, y celebrada al final con un cerrado aplauso.

Algo parecido puede decirse de la pausada película argentina El custodio, primer largometraje de Rodrigo Moreno, que contempla con parsimonia la anodina vida cotidiana del silencioso guardaespaldas de un ministro, al que sigue a todas partes, como un perro, y que como los perros, se queda a la puerta de los lugares, esperando que salga de nuevo su amo. Así, hora tras hora, día tras día, sin más objetivo en su miserable vida que el de defender a ese hombre al que detesta. Difícil proyecto de película que adquiere todo su sentido en la interpretación de Julio Chávez, que borda con matices admirables su hierático personaje. Quizá le veamos en el palmarés.

Natalie Portman y John Hurt, ayer en Berlín.
Natalie Portman y John Hurt, ayer en Berlín.ASSOCIATED PRESS

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