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España y Rusia pretenden reforzar las relaciones económicas

España suscribirá con Rusia una declaración contra el terrorismo

El presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, inicia hoy una visita de Estado a España, la segunda desde el año 2000, que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero aborda con el interés preferente de reforzar las relaciones económicas y la intuición de que los objetivos del ruso son más bien políticos. Uno de los acuerdos previstos es de cooperación antiterrorista, terreno en el que Putin teme verse aislado a causa de Chechenia.

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Los sucesos de la guerra en este territorio ex soviético de mayoría musulmana, que pugna por la independencia, son una de las fuentes de denuncias para organizaciones como Amnistía Internacional, que se han dirigido al rey Juan Carlos y a Zapatero para pedirles que insten al líder ruso a respetar los derechos humanos y la democracia. Otros motivos de crítica han sido las restricciones a la información y las persecuciones judiciales de empresarios cuestionados políticamente, como Mijaíl Jodorkovski, ex patrón de la petrolera Yukos. Tales acciones han tenido incluso alguna modesta derivación española.

Antonio Valdés García, un descendiente de los llamados niños de la guerra que trabajó para Yukos y fue detenido el 10 de junio de 2005 cuando regresó a Moscú tras haberse puesto de acuerdo con la fiscalía, apareció en agosto en una clínica con huesos rotos, moratones y sin dientes. Todas las gestiones de la Embajada de España en Rusia para ponerse en contacto con Valdés García han resultado inútiles hasta ahora.

En el encuentro que mantuvo el lunes con periodistas españoles, Putin dijo desconocer el caso. La corresponsal de EL PAÍS le entregó la petición de información realizada el pasado octubre por este diario a la fiscalía, que tampoco ha sido atendida.

Fuentes próximas a la investigación afirmaron después que a Valdés García, bebedor habitual según las mismas fuentes, nadie le ha propinado ninguna paliza, sino que se cayó de una ventana, en estado de total embriaguez. Este periódico no logró averiguar si el español figura en la investigación como acusado o como testigo.

El Gobierno de Madrid no parece inclinado, en todo caso, a dar a las denuncias sobre derechos humanos -en estas conversaciones con una de las potencias energéticas del planeta- más espacio que el de las tomas de posición genéricas y el que ya tienen en el diálogo que la Unión Europea y Rusia mantienen sobre la materia. El interés por estrechar lazos con la UE explica, precisamente, el esfuerzo de Putin que refleja esta visita a España como país más abierto al líder ruso que los antiguos Estados del Pacto de Varsovia hoy integrados en la Unión.

Inversiones insignificantes

Más allá de este dato político, el propio Putin reconoció en su cita con la prensa española que las relaciones económicas bilaterales son modestas, pues "las inversiones acumuladas se miden en algunos centenares de millones de dólares, lo que es una cantidad insignificante tanto para España como para Rusia". Esa situación se mantiene así, a pesar de los esfuerzos que se vienen realizando desde hace años, de los cuatro viajes a Moscú que el ex presidente José María Aznar hizo durante sus dos mandatos y de los dos que ya ha hecho Zapatero. La persistencia de la inseguridad jurídica y de la falta de transparencia en los negocios, muy mediatizados por el poder político, son las razones que los empresarios suelen argüir para explicar sus dificultades a la hora de operar en la Federación Rusa.

Zapatero hubiera querido acentuar el perfil económico de este viaje con un gran encuentro empresarial presidido por los dos líderes, pero Putin no ha venido con empresarios rusos -sí ha traído, en cambio, 72 periodistas- y ha recortado la estancia a poco más de 30 horas.

El Gobierno pretende encontrar un hueco para que los capitanes de las grandes empresas españolas saluden al líder ruso, probablemente durante la cena de gala de esta noche. Al margen de los diversos acuerdos intergubernamentales que se preparan, de cooperación judicial, agrícola, deportiva, espacial, naval, en turismo o en la lucha antidroga, habrá uno privado, de tipo financiero, suscrito por el SCH y el BBVA con bancos rusos.

España y Rusia abordarán, además, los pequeños problemas bilaterales que se arrastran en el tiempo, como los que retrasan la apertura de un consulado español en San Petersburgo o la reclamación española de que el Instituto Cervantes de Moscú quede exento de IVA. Putin recomendó, a través de los periodistas españoles, un arreglo urgente en este segundo tema.

Y luego está el vasto mundo, el panorama multilateral, donde ambas partes subrayan las convergencias. Desde el lado español se ven ventajas incluso en las posiciones más distantes. Por ejemplo, en que la mayor flexibilidad de Moscú frente a de Hamás pueda favorecer que los integristas palestinos abandonen la violencia. O en que su proximidad relativa a Teherán dé alas a la única propuesta viable del contencioso nuclear que hay sobre la mesa: la de que el enriquecimiento se haga en Rusia.

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