Un incendio causó el hundimiento del barco en el mar Rojo
Los supervivientes acusan al capitán de saltar del buque y abandonar a los pasajeros
Un incendio en la cubierta destinada al aparcamiento de los coches fue el detonante del hundimiento del buque Al Salam Boccaccio 98. Algunos de los 400 supervivientes que ayer desembarcaron en el puerto egipcio de Safaga relataron que el fuego se inició poco después de zarpar de la ciudad saudí de Duba. Menos de dos horas después, el barco comenzó a irse a pique y, según los pasajeros, el capitán abandonó la nave de inmediato.
La esperanza de rescatar al millar de desaparecidos en el mar Rojo se ha ido desvaneciendo poco a poco.
Pese a ello, los equipos de salvamento, varios helicópteros y cinco navíos de la Armada egipcia continuaban ayer por la tarde la búsqueda de supervivientes y el rastreo de una amplia zona del mar Rojo. Unos 400 pasajeros -la gran mayoría trabajadores egipcios y fieles musulmanes que regresaban de la peregrinación a La Meca- han sido ya rescatados, y 195 cadáveres, recuperados. Permanecen desaparecidas algo más de 800 personas. Será muy difícil que en las frías aguas invernales muchas de ellas puedan sobrevivir.
En Safaga, puerto del destino de la nave, donde debía haber atracado el barco a las dos de la madrugada del viernes, pasajeros cubiertos con mantas y caras de pocos amigos comentaban a los periodistas las vicisitudes de la tragedia. Según contaban, una vez iniciado el incendio, la tribulación trataba de restar importancia al incidente para que no cundiera el pánico. Shahata Alí relató a Reuters: "Nos estábamos poniendo los chalecos salvavidas, pero nos dijeron que no sucedía nada grave y que nos los quitáramos. De repente, el barco comenzó a hundirse, el capitán se subió a un bote y nos abandonó".
Varios testigos coincidieron con la versión de Shahata. El cairota Rifat dijo que preguntaron a la tripulación por el fuego que se había desatado y aseguró que el barco continuó su singladura durante dos horas más, antes de escorarse hacia estribor y hundirse repentinamente. El director del Departamento Marítimo del Ministerio de Transportes, Shirin Hassan, señaló que la tripulación se creyó capaz de controlar el incendio, pero que las llamas revivieron una segunda vez.
Rescate tardío
Se desconocía anoche el paradero de Sayyed Omar, comandante del Al Salam Boccaccio 98. También queda por dilucidarse por qué los guardacostas y los equipos de rescate no comenzaron su trabajo inmediatamente después de que otra nave, la Santa Katherina, recibiera un mensaje de socorro del buque siniestrado.
Los responsables de la empresa propietaria del barco, de 118 metros de eslora y registrado bajo bandera panameña, aseguraron el viernes que el buque disponía de los botes salvavidas reglamentarios y que cada uno de ellos estaba equipado con la suficiente comida para que sus ocupantes pudieran resistir hasta cinco días.
Sin embargo, Suleimán Awad, portavoz del presidente egipcio, Hosni Mubarak, apuntó: "La velocidad a la que se hundió el barco y el hecho de que no hubiera los suficientes botes confirman que hubo un fallo en la seguridad". La investigación ordenada por el presidente Mubarak y los dictámenes de la compañía aseguradora dirán la última palabra.
Los directivos de Al Salam Maritime Transport Company no contestaron ayer a ninguna de las acusaciones.
Frustración entre los familiares
La falta de información y la ausencia de un centro en el que los familiares de los desaparecidos puedan recabar datos sobre sus parientes desataron ayer la ira de los cientos de personas que aguardaban impacientes noticias sobre el paradero de sus allegados. En la ciudad de Safaga, 600 kilómetros al sur de El Cairo, los familiares se enfrentaron a pedradas a los policías que acordonaban el puerto. La gota que colmó el vaso fue la segunda lectura de la lista de supervivientes, que un portavoz leyó sin variación algunas horas después de un primer anuncio. Esta lista no se actualizó en toda la jornada.
Los agentes emplearon material antidisturbios para impedir que la gente encolerizada se saltara las vallas de seguridad. Las personas congregadas se quejaban de que las autoridades les enviaban de una oficina a otra sin que lograran información alguna.
La visita que el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, hizo a Hurghada para visitar a los heridos en un hospital de la ciudad, al norte de Safaga, no bastó para calmar los ánimos. Ni tampoco la promesa de compensaciones económicas: unos 4.000 euros para las familias de las víctimas mortales y los desaparecidos, y 2.000 para las de los heridos.
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