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El Cougar se estrelló por un fallo humano, según la investigación

El informe final del accidente del helicóptero en Afganistán alude a una "maniobra brusca"

Miguel González

Aunque el ministro de Defensa, José Bono, evitó decirlo expresamente y el informe final habla de "causas desconocidas", la comisión de investigación deja pocas dudas de que el accidente del helicóptero Cougar que se estrelló el 16 de agosto de 2005 en Afganistán fue consecuencia de un fallo humano, ya que descarta tanto "el ataque exterior", como la explosión de armamento a bordo y "el fallo de material de los sistemas prioritarios de la aeronave".

Cinco meses y medio después del siniestro que costó la vida a 17 militares españoles, Bono presentó ayer en rueda de prensa las conclusiones del informe definitivo de la Comisión de Investigación Técnica de Accidentes de Aeronaves Militares (CITAAM).

Antes, el Ministerio de Defensa había contactado con la mayoría de las familias de los fallecidos y con los grupos parlamentarios, pues Bono ha pedido su comparecencia urgente en el Congreso.

El informe preliminar de la comisión, difundido el pasado 19 de septiembre, ya descartaba que el Cougar hubiera sido derribado por un ataque exterior o por la explosión del armamento que llevaba a bordo. El informe final agrega que se ha "comprobado el normal funcionamiento [...] de los sistemas fundamentales de la aeronave", para lo que se basa en la "indicación de los instrumentos" y en el hecho de que "las roturas de los distintos sistemas" se debieran al impacto contra el suelo, no a "fatiga o corrosión".

A continuación, enumera una serie de "posibles factores contribuyentes" al siniestro, entre los que cita en primer lugar la "ejecución de algún tipo de maniobra brusca, por tratar de adaptarse al terreno después de descrestar". Es decir, tras superar la cima de una loma e iniciar el descenso por la ladera.

¿Qué provocó esa "maniobra agresiva"? El informe cita la posibilidad de que el piloto no viera el promontorio con el que se golpeó con el tren delantero, debido a la "iluminación solar muy intensa que, unida a los tonos blancos de la orografía [...], producía el efecto de difuminar los relieves". También especula con el "estrés producido por el vuelo en ambiente de amenaza", una posible distracción momentánea, el "exceso de confianza" o "cualquier otro hecho fortuito".

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Todas estas circunstancias no habrían tenido tan luctuosas consecuencias si no se tratara de "un vuelo de riesgo con maniobra de adaptación al terreno", realizado en "condiciones meteorológicas y orográficas adversas". En otras palabras: el Cougar volaba muy bajo, "y a velocidad máxima", para eludir la amenaza de hipotéticos misiles antiaéreos. El relieve accidentado del terreno le obligaba a cambiar con frecuencia de altura para mantener una distancia constante del suelo. Y debía hacerlo entre "vientos fuertes y racheados".

¿Volaba demasiado bajo? El informe revela que el Cougar llevaba "apagado el radar-altímetro", por lo que carecía de información precisa sobre su altura. Fuentes militares justifican que se desconecte este equipo en zonas de conflicto para no emitir señales que alerten al enemigo. El informe agrega que la "maniobra agresiva" que probablemente condujo a la colisión tuvo lugar "a muy poca altura del suelo". El ministro indicó que la misión estuvo bien planeada.

Eso significa que las condiciones meteorológicas, aunque adversas, no lo eran tanto como para suspender el vuelo y que la altura prevista, 16 metros, era suficiente si se hubiera respetado.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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