Sin dinero en Madrid
Cada vez somos más y más ricos en la capital del reino, según parece, y por eso nos suben tanto el precio del metro, de los trenes de cercanías y autobuses, porque así nos animaremos a ir en el propio automóvil -para demostrar que tenemos dinero- y aumentar los característicos atascos de nuestra castiza ciudad, más animados todavía por las obras incesantes -lujo de carreteras nuevas que a las constructoras, pobrecillas, enriquecerá- para disfrutar de la conducción en el atasco popular que nos iguala a todos en la misma riqueza.
Con un poco de suerte, privatizarán el metro y tal vez, como en Londres, un billete costará tres euros en su mínimo trayecto. Poco importa que se deteriore, como en Inglaterra, porque somos ricos y tal vez debamos ir en taxi.
Los autobuses abarrotados, como el 53, de ancianos que pueden morir en propio aplastamiento, no harán falta. ¿Para qué poner más si nuestra riqueza nos ha de llevar en taxi o automóvil propio, tal vez con chófer y todo?
Hermoso es que seamos tan ricos que nuestro gobierno regional piense que vamos a ir a la sanidad privada, porque los médicos están desbordados -aunque haya muchos en paro- y para ir al especialista hay que esperar meses o años, casi tantos como los que necesitan entrar en quirófano, si no mueren antes.
Da igual que la población haya aumentado en el centro, para eso son ricos y aumentan increíblemente los impuestos de la vivienda, porque nunca los bajan, para eso somos ricos y es fácil adquirirla.
Y si en la calle hay contenedores rebosantes de envases o botellas es porque somos demasiado ricos y consumimos demasiado; o que somos unos marranos. Que el ayuntamiento no está para eso, oiga, pues todo lo tiene que privatizar.
Pero, ¿el alcalde que ha comprado nuevo e inmenso palacio para su sede oficial, lo estrenará o lo privatizará a módico precio para quedárselo si pierde las elecciones? Tal vez lo arregle impidiendo votar a los pobres, porque en Madrid, sin dinero, no se puede estar.
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