Una luchadora por un mundo mejor
Si algo puede calificar a la vida de Carmen López Landa sería la intensidad, la cantidad de vida que hubo en ella y su lucha permanente contra toda injusticia, toda explotación, todo racismo, todo despotismo, desde el Partido Comunista en una larga época de su vida y desde fuera en otra larga también y ya más cercana, pero antes que desde ninguna ortodoxia o militancia, desde la proximidad, desde la amistad, desde la vida diaria misma.
Marcada desde la infancia por la tragedia de la guerra y la brutal represión posterior y especialmente por el fin de su madre, Matilde Landa, en la prisión de mujeres de Palma presionada brutalmente por el clero nacionalcatólico hasta llevarla al suicidio. Peregrina del exilio en Rusia, Inglaterra, México y Praga, sufrió el paso por las cárceles franquistas los últimos meses de la dictadura.
Hubo de conocer también el suicidio de su padre, Paco Ganivet, ante el vacío de aquella época en España, casi sin trabajo y habiendo de presentarse a la policía todas las quincenas. Aún tuvo de soportar la muerte violenta en un accidente de carretera de quien en los años del exilio había sido su compañero, de su hija mayor y su primer nieto, y años después la de su hija menor a quien estaba unida de forma muy especial.
Odiaba todo victimismo, lamentaba no ser una más, y ser identificada más por sus padres, tíos, y otros ascendientes célebres en nuestra historia reciente, que por ser una mujer en lucha por un mundo diferente y mejor. Consiguió ese objetivo, los que la conocimos de cerca sabemos bien que ella era antes que nada Carmen López, rebelde, incombustible, recalcitrante, imposible de reducir al silencio ni por amenazas, cárcel o exilios, ni por la desgracia ni por el destino.
Resistió 10 años a un tumor sin querer operarse ni someterse a las duras terapias anticancerígenas, probablemente vivió lo mismo que si se hubiera operado, pero mejor, más entera, más lúcida. No buscaba la muerte ni la rehuía, sólo buscó siempre la vida y la mucha que tenía la repartió a raudales entre amigos, compañeros, y tantas gentes desconocidas con las que se cruzó en la vida y en quienes siempre fue dejando una huella profunda de admiración y humanidad.
Carmen López Landa fue desde su fundación miembro activo de la Asociación Archivo Guerra y Exilio, AGE, colaboró intensamente en la recuperación de la memoria histórica asesinada por el franquismo, consiguió que se publicase una espectacular biografía de su madre, colaboró en numerosos homenajes a las víctimas de la dictadura, recibió a cientos de expresos, exiliados, brigadistas, guerrilleros, historiadores, periodistas y a todos siempre contó la verdad de aquellos años trágicos de nuestra historia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.