Joaquín Sabina acude a Bilbao y San Sebastián con todas las entradas vendidas
Joaquín Sabina (Úbeda, 1949) ha pasado casi cuatro años alejado de los escenarios, con el ánimo y la creatividad anestesiados tras padecer una isquemia cerebral en agosto de 2001. Sin embargo, el retiro no ha acarreado el olvido. Lo prueba el hecho de que sus seguidores agotaran hace un mes las más de 4.000 entradas puestas a la venta para sus dos conciertos en el palacio Euskalduna, donde actuará el miércoles y jueves próximos, y que tampoco queden localidades para su actuación del 7 de febrero en el Kursaal donostiarra.
En esos recitales presentará ante el público vasco las canciones del disco Alivio de luto (Sony- BMG), nacidas de periodo de depresión en que le sumió la enfermedad. "Simplemente quería hacer una crónica de estos años y de lo que me ha pasado", asegura el cantautor jienense acerca de nuevos temas inspirados en viejos recortes de prensa archivados en su memoria, otros dedicados a una de sus dos hijas, adaptaciones de Leonard Cohen y Frascesco di Gregori, más ejemplos de canción de autor anexa al pop rock y alguna reminiscencia rumbera.
Sus incondicionales también querrán escuchar en su ronca voz, castigada por el tabaco y respaldada por fieles escuderos como Pancho Varona y Olga Román, clásicos de su repertorio como Calle melancolía, Pongamos que hablo de Madrid, Contigo, Princesa y Pacto entre caballeros. Sus letras, y otras que ha cantado en los 17 álbumes que ha publicado desde 1978, han procurado a Sabina la reputación de gran letrista, pertinaz retratista de ambientes noctámbulos y algo canallas, y han insinuado desde el principio un romance con la poesía que se ha confirmado con la edición de cuatro libros que agrupan sonetos, poemas, opinión y canciones.
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