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Columna
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Chamartín

Ayer hubiera cumplido 105 años el mítico guardameta barcelonés Ricardo Zamora (1901-1978), uno de los iconos futbolísticos fundamentales del siglo XX. Fue fichado por el Español a los 16 años; luego pasó al Barcelona y posteriormente al Real Madrid, donde colgó los guantes en 1936 tras seis temporadas gloriosas. Al terminar la Guerra Civil volvió a los estadios como entrenador: Celta, Málaga, Español, Atlético de Aviación (actual Atlético de Madrid), con el que consiguió dos títulos de Liga seguidos (1940 y 1941). Debutó como seleccionador nacional en 1952 con un tajante 6-0 sobre Eire. Por cosas del destino, ayer también cumplió años (83) otro jugador épico del Madrid, el gallego Manuel Fernández Pahiño, que ha superado esta semana airosamente un partido cardiaco similar al de Di Stéfano. ¡Dos golazos de la vida!

El barrio de Chamartín baila hoy sardanas, tangos y muñeiras (los barrios son muy sensibles y se encariñan con sus héroes). Los tres jugadores tienen mucho que ver con este barrio y con la capital. Los tres tienen mucho que ver entre sí: Zamora entrenó a Pahiño en el Celta; Di Stéfano sustituyó a Pahiño en el Madrid cuando el gallego fichó por los de Vigo. Cuando Pahiño salió del club merengue (1953) fue tentado por Helenio Herrera, entrenador del Atlético. El delantero gallego no pudo aceptar porque Santiago Bernabéu le había dado carta blanca, sí, pero con una excepción: "Puedes ir a cualquier equipo que no sea el Atlético de Madrid". Se fue a Vigo con Zamora. Pero ahora vive en Chamartín.

Zamora tenía cosas chocantes. Era supersticioso, como Isabel la Católica: no lavaba durante meses su jersey para mantener el olor a victoria, costumbre reprobable que provoca malestar y maldiciones en los vestuarios y en los alrededores de la portería. Pahiño, republicano hasta los tuétanos, leía a Tolstói en los descansos del entrenamiento, ante el estupor de los jugadores y, sobre todo, en las autoridades franquistas. Di Stéfano es la "saeta rubia", y con eso está dicho casi todo. ¡Viva Zamora! ¡Viva Di Stéfano! ¡Viva Pahiño! ¡Viva Chamartín! ¡Viva usted! ¡Vivimos!

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