Rebelión en Wall Street
Seis directivas denuncian al Dresdner Bank por discriminación sexista
Katherine Smith, directiva de la filial de Dresdner Bank en Londres, es conocida entre sus compañeros varones como la Pamela Anderson del parqué. Y es que el mundo de las finanzas sigue siendo un universo machista. Pero las mujeres no pasan por el aro. Las semana pasada, Smith, junto a otras cinco directivas en Nueva York, presentó una demanda por discriminación sexual contra el grupo financiero alemán, en la que ponen de relieve los obstáculos con los que se topan en sus carreras y el viejo estereotipo de que la mujer es "un dulce" para atraer clientes.
El proceso legal lanzado el pasado 9 de enero por cinco directivas del Dresdner Bank en Wall Street ante un tribunal de Manhattan, a la que se le suma la de Smith en Londres, cubre a unas 500 mujeres que han sufrido algún tipo de discriminación sexual en la entidad. Piden 1.400 millones de dólares (unos 1.200 millones de euros) en compensación por "la pérdida de ingresos, depresión, estrés y ansiedad" sufridos en su trabajo. En concreto, denuncian que se han topado con un techo de cristal que les impide ascender a puestos ejecutivos más altos.
Reclaman 1.200 millones de euros por pérdida de ingresos, depresión, estrés y ansiedad
Joanne Hart y Traci Holt, dos de las seis demandantes, explican que les mantenían atareadas con trabajo administrativo "para impedirles ascender" a puestos más altos. Las ejecutivas señalan que el banco no les paga igual que a los hombres y denuncian que la entidad castiga a las mujeres que se quejan por este trato discriminatorio, por no mencionar los comentarios machistas que soportan. "Somos tratadas como ciudadanos de segunda clase", remacha la demanda.
Cuatro de las demandantes trabajan en la firma financiera desde 1996 y las otras dos fueron contratadas en 2000. Tres son directoras, y tres, vicepresidentas. La demanda aporta datos que revelan que las mujeres ocupan el 1,6% de los puestos ejecutivos en su división de mercados de capitales y apenas el 13% en el conjunto de los puestos directivos del banco a escala mundial. En cambio son mayoría, el 60%, entre el personal administrativo. Pero la discriminación es una parte de la historia. Para nadie es un secreto las juergas que se pegan los brokers con sus clientes en clubes de strip-tease de Nueva York. Jyoti Ruta comenta que una noche fue obligada a dejar una cena de trabajo porque los chicos querían ir a un destape. Kathleen Treglia añade que una compañera fue contratada por su físico, "porque los hombres querían un bombón para sus ojos". Y Maria Rubashkina alega que algún directivo traía prostitutas a la oficina durante el almuerzo. Dresdner Bank, filial de la aseguradora Allianz, insiste que el grupo cumple con la normativa laboral vigente y considera que esta demanda no tiene fundamento. Morgan Stanley dijo lo mismo cuando Allison Schieffelin demandó al prestigioso banco de inversión por discriminación sexual, y al final tuvo que pagar 54 millones de dólares en 2004 para poner fin a un litigio que estaba dañando su imagen. Lo mismo tuvo que hacer el año pasado el grupo suizo UBS, que desembolsó 29 millones. Y la semana pasada se presentó una demanda contra la firma Oppenheimer. Pero el caso que abrió la veda contra los comportamientos sexistas en los gigantes de Wall Street fue el de Smith Barney (hoy Citigroup) en los años noventa, conocido como el Boom, Boom, Room y que se cerró con una indemnización para 2.000 mujeres.
La acción contra Dresdner Bank, según las demandantes, tiene como objetivo "poner fin a estas prácticas intolerables". La abogada Linda Friedman explica que las mujeres se sienten ahora con más poder para atacar las viejas prácticas que ven en sus compañías y que les relegan a un segundo plano.
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