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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Paz gallega para Rajoy

Desde que fue nombrado presidente del PP, Mariano Rajoy tenía en su tierra un agujero negro. Nada más acceder al liderazgo, ya se vio forzado a intervenir en Galicia para sofocar una amenaza de escisión en su partido. Luego llegaron las elecciones autonómicas del pasado junio, que pusieron fin a un cuarto de siglo de hegemonía conservadora. Con esos antecedentes, el proceso para buscar un sustituto a Manuel Fraga como líder del PP gallego, abierto tras el abandono del poder, venía cargado de riesgos.

Contra esos augurios, Rajoy ha recibido por una vez buenas noticias. El congreso regional se clausuró ayer tras consagrar el relevo generacional de Fraga por Alberto Núñez Feijoo, de 44 años, con una trayectoria de gestor público, imagen moderna y moderada y la confianza plena tanto de la dirección nacional como de la inmensa mayoría del PP gallego. Lo que se aventuraba como el escenario de una cruenta batalla devino en un congreso de trámite, con una lista unitaria y un ambiente de renovado optimismo, medio año después de perder el poder.

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Feijoo se había quedado sin rivales antes del congreso, cuando se convocaron elecciones internas, una práctica novedosa tras 15 años de dirigismo fraguista. El nuevo líder, con el apoyo de los aparatos provinciales más próximos a Rajoy, obtuvo un holgado triunfo (el 96% de votos). El candidato que traía de cabeza a la dirección del partido, Xosé Cuiña, antiguo delfín de Fraga y adalid de una "refundación galleguista", se quedó sin apoyos y tuvo que retirarse. Tras su abandono, los sectores que mantenían relaciones tirantes con la dirección nacional se pasaron al bando ganador y facilitaron a Feijoo la elaboración de una candidatura de síntesis, impensable hasta unas semanas atrás.

Feijoo ha recibido un contundente aval de confianza y legitimidad para erigir su alternativa a la coalición gobernante de socialistas y nacionalistas. Tampoco tendrá que soportar el peso de la abrumadora sombra de Fraga, quien en breve abandonará Galicia para ocupar un escaño en el Senado. El nuevo líder no ha querido suscitar la menor duda de que el partido mantendrá la identidad "galleguista" de la que tanto alardeaba Fraga. Para ratificar ese propósito, la nueva dirección proclama que participará sin reservas en la ponencia que se creará en el Parlamento gallego para estudiar la reforma del Estatuto de autonomía.

Será una ocasión muy apropiada para calibrar la independencia de Feijoo. Sin el apoyo tácito de Rajoy nunca habría sido el sucesor de Fraga. Pero también ha dado muestras de que no quiere aparecer como una simple extensión de Génova, porque sería difícil de digerir para una parte del electorado gallego.

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