¿Quién explota a quién?
El artículo La explotación de los jóvenes por los mayores, de Antón Costas, publicado el pasado 10 de enero me permite, al tiempo que analizar su opinión, expresar la mía, que es distinta, y aportar algunas sugerencias para reducir la explotación para que todos seamos evaluados positivamente por los jóvenes.
Creo que los mayores hemos podido soportar en gran medida el coste de las pensiones de nuestros antepasados, así como que los jóvenes hayan iniciado sus actividades productivas a una edad más avanzada que nosotros. Y nos sentimos satisfechos de haberlo hecho así. Ahora sólo nos queda comprobar los resultados, si es que tenemos capacidad de envejecer más que nuestros padres.
Pero para que la situación actual llegue a buen puerto, creo necesario que se trabaje en dos aspectos para ayudar a reducir la supuesta explotación juvenil:
1.Una formación básicamente humana, ética y responsable (además de técnica) en todos los niveles de la enseñanza (colegios, universidad, escuelas de negocios y demás centros).
2.Unas políticas más sociales por parte de la Administración, que permitieran alcanzar a los jóvenes los objetivos deseados (trabajo más estable y mejor remunerado, vivienda digna y compromiso con la sociedad).
Así seguro que las responsabilidades se distribuirían de una forma más equitativa para todos. ¿Es esto mucho pedir?
Yo también he sido joven, me siento todavía joven a pesar de mi edad y comprendo muchas de las reivindicaciones planteadas por los jóvenes, a los que aprovecho para motivar para que sigan adelante con sus inquietudes y luchen para conseguir sus objetivos.
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