Cárceles de agua
Ecologistas en Acción reclama el cierre de los delfinarios y la libertad de los cetáceos
Los delfinarios se convirtieron, hace algunos años, en elementos imprescindibles de ciertas zonas turísticas. El negocio, sin embargo, no parece dar muestras de buena salud, o al menos así lo creen los movimientos conservacionistas, convencidos de que el público poco a poco ha ido dando la espalda a este tipo de instalaciones, un fenómeno relacionado con la mayor sensibilidad social ante el maltrato animal. "Actualmente", argumentan desde Ecologistas en Acción, "el negocio de los delfinarios está en decadencia en los países europeos, y en Inglaterra, las presiones populares lograron que se prohibieran". Sin embargo, la excepción a esta corriente parece ser España, "quizá porque este tipo de industria se está refugiando en nuestro país al amparo del fuerte desarrollo turístico".
Numerosas organizaciones conservacionistas vienen reclamando el cierre de este tipo de instalaciones, campañas que se han reforzado a raíz de la decisión adoptada, el pasado mes de julio, por el gobierno de Costa Rica, el primero del mundo que ha decidido prohibir el cautiverio de delfines y ballenas por cualquier motivoEn un delfinario los cetáceos han de acostumbrarse a piscinas muy pequeñas en proporción a su tamaño y velocidad de desplazamiento, por lo que se ven obligados a nadar en círculos. Su sistema de orientación y detección de presas, mediante la emisión de sonidos, encuentra en las paredes de hormigón una muralla que les devuelve continuamente esos sonidos, algo que termina por alterar ese sofisticado mecanismo natural. El cloro y otros productos químicos que se añaden al agua pueden provocarles heridas e irritaciones oculares, y el estrés de la vida en cautiverio también es causa de lesiones y muerte.
Un vocabulario amable
Algunos especialistas, como Koen Van Waerebeek, del Centro Peruano de Estudios Cetológicos, han analizado con detalle el sufrimiento de los delfines sometidos a cautividad, y es por ello que rechazan cualquier componente educativa en aquellos espectáculos en los que se utilizan cetáceos. "Desde cualquier punto de vista", asegura Van Waerebeek, "la óptima manera de difundir la educación y respeto hacia los mamíferos marinos es la observación directa en su ambiente natural y en libertad".
Idéntica es la opinión de los promotores de The Dolphin Project, para los que estos delfines, cautivos, "son monstruos creados para nuestra diversión, y, por eso, mostrarlos no tiene ningún valor social ni educativo". En una interrogante resumen esta postura: "¿Cómo pueden aprender nada acerca de la verdadera naturaleza de estos animales cuando son entrenados para desarrollar trucos circenses que repiten por la recompensa de un pescado muerto?".
En algunos delfinarios, sostienen las organizaciones que defienden la libertad de estos animales, se ha llegado a modificar el vocabulario para evitar aquellos términos que pudieran tener connotaciones negativas. De esta manera no existen "jaulas" sino "recintos", los "tanques" son "acuarios" y al "cautiverio" se le denomina "medio controlado".
Al margen de campañas como la de Ecologistas en Acción, dirigidas a las administraciones implicadas en este negocio, todos los colectivos que participan en estas iniciativas piden una actitud decidida por parte de los ciudadanos, cuyo rechazo a este tipo de espectáculos es la mejor garantía de su extinción.
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