Birgit Nilsson, soprano

La soprano sueca Birgit Nilsson, considerada una de las mejores intérpretes de las óperas de Richard Wagner, fue enterrada el 11 de enero en el cementerio de Vaestra Karup, su ciudad natal, situada en el sur de Suecia, días después de morir a los 87 años. Su fallecimiento no fue comunicado a la opinión pública hasta ayer.

Para los suecos era La Nilsson, un orgullo nacional que había contribuido a poner el mapa de Suecia en el mundo a través de su arte. La artista que nunca olvidó su tierra, su origen campesino y la Opera de Estocolmo a la que volvía cada vez que le era posible, desde los grandes escenarios del bel canto.

Nacida el 17 de mayo de 1918 en Västra Karup, una pequeña población de 2.000 habitantes en la comuna de Båstad, al sur de Suecia, llevaba el canto en la sangre, la belleza y pasión en la voz y una predisposición musical innatas.

No le fue fácil sin embargo realizar su vocación, y para comenzar su prolongada y excepcionalmente brillante carrera debió vencer muchos obstáculos. El primero, el de su padre, un campesino que no veía con buenos ojos que su hija fuera "una artista" y que además quería asegurarse que alguno de sus descendientes asumiera la responsabilidad de explotar la finca, cuando él ya no pudiera hacerlo.

Más tarde, en la Escuela de la Ópera de Estocolmo, en la que ingresó en 1941, el crudo veredicto elitista de uno de sus maestros que no tuvo reparo en decirle: "Ser cantante de ópera no es asunto para campesinos". Cualquier otro aspirante a artista que no fuera ella, se hubiera desalentado.

Pero la afortunada combinación de voluntad y talento superó adversidades y en 1946 la muchacha campesina debutó en la Ópera de Estocolmo y un año más tarde se consagraba en su país en la interpretación de la protagonista en Lady Macbeth, de Verdi.

La consagración internacional llegó en 1954 con la interpretación de Elsa, en Lohengrin, de Richard Wagner, punto de partida de un agregado a su fama como intérprete del mencionado compositor durante sus presentaciones en la Ópera de Viena. En 1957 debutó en La Scala de Milán en el papel de Isolda, representación que realizó más tarde en el Metropolitan de Nueva York donde se consagró definitivamente como una de las mayores sopranos dramáticas de la historia del bel canto.

Aunque su última actuación en un escenario sueco fue en 1984, continuó siendo una referencia para las nuevas generaciones. Pasaba largas temporadas con su marido en la finca familiar de Västra Kurup, donde falleció.-