Argentina celebra el 'rock nacional'
Fito Páez, Cantilo, Calamaro y Litto Nebbia, entre otros, repasan los últimos 40 años
El rock argentino mira hacia atrás. En los últimos meses se han editado abundantes discos retrospectivos, hechos con espíritu colectivo y protagonizados por figuras como Fito Páez, Miguel Cantilo, Litto Nebbia, Fabiana Cantilo o Andrés Calamaro. El firmado por este último, El regreso, puede considerarse un resumen de su carrera -incluyendo temas de próceres difuntos como Carlos Gardel o Pappo- y ha sido el disco del año en Argentina.
En los próximos meses se preparan en Buenos Aires celebraciones por los 40 años del llamado rock nacional, el de más rica y continuada trayectoria entre los que se expresan en español. La conmemoración será prácticamente un asunto de Estado: en la era Kirchner, las estrellas de la música popular argentina tienen un hueco en la Casa Rosada, donde actúan en el Salón Blanco, realizándose grabaciones en audio y vídeo; por allí han pasado Luis Alberto Spinetta, Mercedes Sosa, Litto Nebbia, Alejandro Lerner y otros.
Tal vez el más emocionante de los trabajos retrospectivos sea Clásicos, de Miguel Cantilo. Autor de un libro testimonial sobre el jipismo en la Argentina, ¡Chau loco!, Cantilo repasa 14 de sus canciones emblemáticas de los tiempos duros, cuando llevar melena era casi tan peligroso como militar en la izquierda; la pregunta común de la policía era "¿y vos qué traés, la bomba o la droga?". Cantilo, que se exilió en 1977 en Ibiza, cuenta con colaboraciones de Charly García, León Gieco, Moris, Gustavo Cordera o Fabiana Cantilo. Esta última también ha lanzado en 2005 Inconsciente colectivo, que recrea un repertorio más reciente: 17 temas de Calamaro, García, Spinetta o Fito Páez, presente también como teclista.
Siempre exquisito, Páez revisa su cancionero en Moda y pueblo con una orquesta de cuerdas dirigida por Gerardo Gandini; para darlo peso generacional, ha sumado piezas de la santa trinidad: García, Spinetta y Litto Nebbia. Nebbia es un caso único dentro del rock mundial: al frente de Discos Melopea, graba sin parar trabajos propios y ajenos (algo de su inmenso catálogo llega a España vía Nuevos Medios y Fundación Autor). Entre otras obsesiones, Nebbia reivindica el pop de los sesenta y ha editado Reunión 2005, un doble CD en directo de Los Gatos Salvajes, predecesores de Los Gatos, responsables del primer éxito masivo del rock argentino, La balsa. El doble incluye dos duetos con Andrés Calamaro; Nebbia y Calamaro preparan para 2006 un mano a mano: "Grabaremos un bolero, inéditos de los dos y versiones de clásicas de Litto". Según Calamaro, esa abundancia de miradas sobre el pasado del rock argentino se debe a que éste tiene un marco de referencias más amplio que, por ejemplo, el español, "que usa como pivote histórico a la movida madrileña de los ochenta, aunque deje fuera nombres tan importantes como Rosendo, Burning o Tequila. Argentina tuvo igualmente unos ochenta extraordinarios con Sumo, Virus, Los Abuelos, Redonditos de Ricota y Soda Stereo. Pero es que además cuenta con una generación de público purista, por llamarlo así, que sigue respetando a los iconos de los setenta como figuras primordiales, aunque algunos insistimos que también son indispensables bandas como Manal, de Javier Martínez y Claudio Gabis, o Los Gatos".
Andrés Calamaro recuerda que, en comparación con el español, que funciona más por individualidades o clanes ajenos entre sí, el rock argentino posee una larga tradición de colaboraciones. "Hay bastantes antecedentes de trabajos similares a los editados ahora: Juan Carlos Baglietto sacó un elepé de joyas del rock argentino muchos años atrás. La Biblia, la obra magna de Vox Dei, se grabó tres veces, dos por sus creadores y otra con invitados".
Otra posibilidad es que esa revalorización de los clásicos del rock nacional sea una respuesta a la incierta reputación de su potente hijo bastardo, el rock barrial o rock chabón. Esa música elemental está bajo sospecha tras el desastre de República Cromañón. Hasta el respetado León Gieco se vio tan presionado por los familiares de las 191 víctimas mortales del incendio que debió eliminar de su nuevo CD una canción hecha con Pato, vocalista de Callejeros, el grupo que actuaba aquella noche infausta en la discoteca porteña. Un reciente libro, El rock perdido: de los hippies a la cultura chabona, de Sergio Marchi, editado por Le Monde Diplomatique, es una áspera diatriba contra el rock proletario, al que acusa de pobreza musical y literaria. Aunque Martín Pérez, responsable de la revista La Mano, insiste en que se mantiene un vínculo entre generaciones: "El argentino es un rock de guitarreada, y hasta el más chabón sabe tocar canciones de Vox Dei o Sui Géneris si quiere levantarse (ligarse) chicas".
Más que un enfrentamiento de estéticas, el periodista ve en esta oleada de discos retro un deseo comercial de volver a explotar ese repertorio dorado. En 2006, las instituciones hablan de celebrar a lo grande los 40 años del rock nacional; en 1966 salió el primer tema con actitud: Rebelde, de Los Beatniks, con el gran Moris al frente. Se habla de programas especiales en la televisión pública, de regalar un diccionario, incluso de un par de largometrajes.
Un impulsor de las celebraciones es Alberto Fernández, mano derecha del presidente Kirchner y duro negociador con el FMI y los acreedores extranjeros. Fernández es un músico aficionado y fanático del rock nacional.En la era Kirchner, las estrellas de la música popular actúan en la Casa Rosada
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