Crónicas navarras
La televisión devora a sus hijos incluso en festivo. En vísperas de la Navidad, Antena 3 dio por acabado el programa matinal de María Teresa Campos, que reaparecerá mañana lunes en la misma cadena muy recortado, y anteayer, día de Reyes, TVE anunció la desaparición definitiva de Ruffus & Navarro de las noches de La Primera. No somos nadie en general, pero en el prime time uno es menos que nada por debajo del 16%.
No derramaré una sola lágrima ni por Ruffus ni por Navarro. El segundo del tándem forma parte de la memoria televisiva de nuestro país, y ha sido un comunicador eficaz, simpático y chispeante, que tuvo su momento de esplendor cruzando largamente el Misisipí con Tele 5. Luego vino su tropiezo en Antena 3, donde La sonrisa del pelícano fue tan efímera como el canto del cisne. Pudo entonces aparecer Pepe Navarro como una víctima de la censura y las altas presiones (su final se precipitó cuando quiso mostrar el vídeo sexual de Pedro J. Ramírez), y su retorno a TVE-1 tenía algo de recuperación de un maldito. Maldita la gracia del nuevo programa, que era barato siendo seguramente caro, ni del todo verde ni del todo amarillo, y trataba, hasta en el decorado, de simular las Crónicas marcianas de Sardá.
El entretenimiento de madrugada es un permanente duelo en O. K. Corral; siempre hay un pistolero más rápido, y sus rivales caen abatidos, aunque sean zurdos tan diestros como El Gran Wyoming, arrojado desde La azotea, o Máximo Pradera, en su Maldita la hora, de Antena 3 (¿Cómo es que habiendo tantas cadenas, nadie tira de Máximo o de Gurruchaga, animales televisivos de primera?). La caída de Navarro hace pensar. Así como hay chicas Almodóvar (y algunas de ellas sienten que ese gran honor cinematográfico se puede convertir en un estigma para su carrera posterior), ¿habrá chicos Tele 5 y chicas estrictamente Antena 3? ¿Podría Mercedes Milá, después de ser tanto tiempo la madrastra de los grandes hermanos, volver a las magníficas entrevistas que hizo en La Primera? La respuesta, en próximas emisiones.
