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El hijo bastardo se hace sentir

El circo catalán viene a ser como el hijo bastardo de nuestra cultura escénica. Hermano del teatro, de la danza y de la música, nuestro circo se ha ido alimentando de todos ellos siempre al margen de los padres institucionales que no han sido capaces por el momento de darle el hogar que se merece. El crítico y especialista en esta disciplina Jordi Jané ha denunciado en repetidas ocasiones la falta de un equipamiento municipal en Barcelona dedicado a las artes circenses y la dificultad que han tenido todas las compañías a la hora de hallar una explanada en la que poder plantar sus carpas. Así las cosas, el circo catalán ha tenido que espabilarse. Los Raluy han conseguido su rincón anual en el Port Vell de Barcelona; cada tanto se instala algún circo en la plaza de toros Monumental y estas navidades, pese a la imposibilidad de clavar piquetas en su cemento, el recinto del Fórum ha servido para dar cobijo a la carpa del Circo Universal.

La única residencia fija que nuestro circo ha hallado en Barcelona ha sido en el periférico barrio de Nou Barris, en cuyo Ateneo, auténtica factoría de circo que cubre desde la formación hasta la programación de espectáculos, se le nutre y se le impulsa desde hace años. Su escuela, la Escuela de Circo Rogelio Rivel, el único centro de enseñanza circense de Cataluña, se autogestiona gracias a las asociaciones integradas en él. A los esfuerzos del Ateneo de Nou Barris se suman los de la Fira Trapezi de Reus y Vilanova i la Geltrú, así como otras fires y festivales que incluyen el circo en su programación, como es la de Tàrrega.

Cada carpa ofrece su mundo de ilusión y diversión, sea en montajes de circo tradicional como de circo contemporáneo, dos modalidades en expansión que se complementan y que se sirven de la imaginación para adaptarse a los nuevos tiempos. Un ejemplo de ello es el número con el que The Cirkid (que ha estado estos días en la Monumental) sustituye la doma de animales salvajes a partir de los enormes y singulares bichos que se han inventado. Los montajes que envuelven los números de dificultad técnica y riesgo con una dramaturgia que les da sentido son los que en circo se acercan a la ópera, al espectáculo total, los que amplían el dejarse llevar del "pasen y vean" a un "pasen y sientan" global.

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