Decenas de obras públicas acumulan años de retraso o no han empezado

Decenas de obras públicas acumulan meses y años de retraso. A veces es porque se necesita un periodo de maduración, lo que va desde que alguien lo propone hasta que se inaugura. En el caso de las obras ferroviarias, cuya vida supera el siglo, este proceso, que incluye diseño y hasta expropiaciones, puede durar unos 15 años. Otros retrasos son menos explicables. Así, la línea de alta velocidad, una vez madurada, licitada y adjudicada sigue sin llegar a Barcelona. Ni siquiera a Tarragona. Tampoco se han hecho las mejoras en el corredor mediterráneo, de modo que el Euromed consigue medias de apenas 100 kilómetros por hora. Las mercancías tardan 23 horas por tren desde Barcelona hasta la frontera.

El Cuarto Cinturón, un proyecto de los años sesenta, sigue esperando, mientras que las carreteras paralelas se colapsan. Los peajes siguen pendientes de que se plasmen acuerdos alcanzados, el desdoblamiento de la carretera Almería-Barcelona o de la Nacional II en Girona avanza a ritmo inferior a lento. El Eje Transversal espera que se licite el desdoblamiento. A veces, la dilación se debe a la oposición del territorio, otras, al rechazo de algún grupo político.

El ciudadano ha empezado a sospechar de las promesas de obras que llegan incluso a aparecen con partidas en los presupuestos sin que acaben siendo realizadas. EL PAÍS inicia hoy una serie que repasa las principales obras con retraso o simplemente paradas.