De la maleta de cartón al AVE
España es vista en Europa como un país moderno y socialmente avanzado cuando se cumplen 20 años del ingreso en la UE
La imagen de los emigrantes españoles con la maleta de cartón, de los que dejaban atrás un país oscuro, aislado y posfranquista, ha dado paso a la de trenes cruzando la Península a gran velocidad, a la de un campo moderno y eficiente y a la de personas del mismo sexo que se prometen amor ante el juez. Ese es al menos, a ojos de Bruselas, el camino que ha recorrido España desde su ingreso en la UE hace ahora 20 años. "España está irreconocible". Ésta es la tesis dominante entre los que participan de la construcción de Europa.
En los pasillos de Bruselas se habla de España como del país que ha sabido aprovechar los fondos que venían de Europa, de los negociadores españoles como hombres firmes y poco flexibles, y de los ciudadanos españoles como europeístas convencidos que viven en un país que asiste a una revolución social.
- SORPRESA INICIAL. "España es un país que ha sorprendido a todo el mundo. Sorprendió en la transición porque nadie esperaba que fuera tan pacífica. Luego ha venido el cambio político, cultural y social. Nadie se esperaba que en 20 años estuviéramos donde estamos. La palabra es sorpresa", sostiene el embajador de la representación permanente de España ante la UE, Carlos Bastarreche, que hace años que asiste a la mutación española desde la distancia media de Bruselas.
La percepción de Bastarreche se repite entre los extranjeros y españoles del entorno del Ejecutivo comunitario, que cuentan cómo se les veía cuando desembarcaron las primeras hornadas de funcionarios españoles en la capital belga. Eneko Landaburu, encargado de la política exterior de la UE, fue de los primeros, y desde entonces, no ha parado de trabajar en lo que llama "la construcción europea". "Cuando llegamos hubo una gran sorpresa al ver que éramos gente normal. Nos esperaban como gente rara, de más allá de los Pirineos. La imagen de España no era muy buena, estaba muy relacionada con el franquismo, con el Ejército, con la violencia. Predominaba la imagen de la España oscura. Se nos conocía a través de los emigrantes que llegaban a la gare du Midi [estación del sur en Bruselas] con la maleta de cartón. Ahora, nuestra imagen aquí es la de un país que no tiene miedo al futuro, que ha cambiado de generación política, la de una sociedad dinámica. En 20 años hemos pasado de la oscuridad a la modernidad", sostiene Landaburu.
- BUQUE INSIGNIA. El cambio español tiene mucho que ver para los europeos con el buen aprovechamiento del dinero que cada año llega de Bruselas en forma de fondos de cohesión. España se ha convertido en el buque insignia de esta fuente de ingresos y en el ejemplo a seguir para los nuevos países de la ampliación.
Algo alejado del edifico principal de la Comisión Europea se encuentra el de la unidad de España, en el que se gestionan los fondos que han pagado parte de las carreteras, trenes y presas españolas. España es todavía el mayor receptor de fondos de la UE, y su unidad, la que más dinero mueve. Un paseo por el edifico es un viaje por España en miniatura: País Vasco, Madrid, Cataluña, Canarias...
Cada despacho alberga una comunidad autónoma a la que inyectar dinero europeo. En una de las salas trabaja Mikel Landabaso, responsable del Feder y los fondos de cohesión para España. Lleva en Bruselas desde 1990 y no tiene duda de que la puesta en práctica de las políticas de cohesión en España ha sido un éxito. "España es considerada en los círculos internacionales una fuerza emergente, un ejemplo de eficacia en la utilización de fondos". Landabaso explica que la entrada de España en la UE coincide con un cambio muy importante en el presupuesto europeo, cuando la política de cohesión empieza a ser una seña de identidad del proceso. "Los nuevos miembros se fijan ahora en nosotros para su ampliación", asegura.
- UN EJEMPLO PARA LOS NUEVOS.No sólo los españoles piensan como Landabaso. Que España es el mejor ejemplo de una ampliación exitosa es una creencia generalizada en Bruselas. "En España, el ingreso en la UE ha funcionado mucho mejor que en cualquier otro país. Y eso se ve en el éxito económico y en el peso político de España en la UE", sostiene el portavoz de la delegación francesa en la Unión, Nicolas de la Grandville, quien explica que la Embajada francesa en Madrid ha organizado visitas de polacos, búlgaros y checos a España "para enseñar cómo se gastan bien los fondos europeos".
Por su parte, los nuevos miembros aspiran a que formar parte de la UE les resulte al menos tan beneficioso como a los españoles. "España es un gran ejemplo para Polonia", sostienen fuentes diplomáticas polacas, para las que la población y los beneficios potenciales de ambos países antes de entrar en la UE son muy similares. "En Polonia, nosotros le explicamos a la gente que vamos a construir autopistas y a progresar, pero que vamos a necesitar tiempo, como le pasó a España, donde los resultados no fueron inmediatos", indican las fuentes, que aseguran que ha habido muchos contactos entre polacos y españoles para compartir la experiencia de la adhesión. "Nosotros nos sentimos un poco como España hace 20 años", añaden.
- LOS QUE PAGAN. A pesar de su nombre, Miguel Ávila es un alemán que nació en Karlsruhe, una tranquila ciudad del oeste del país. Ávila trabaja en la unidad española de fondos de Cohesión y procede del país que más recursos económicos aporta a la UE y de cuyas arcas sale buena parte del dinero que acaba en el campo y las carreteras españolas. Ávila dice que los alemanes han dejado de tener la imagen de España como un país pobre, porque lo conocen bien, en parte gracias al turismo. "Alemania, sin embargo, no ha dejado de tener problemas económicos desde la unificación, y ya no nos consideramos un país superrico. Pero claro, los alemanes piensan que parte del éxito español tiene que ver con la UE, y saben que Alemania es el país que más fondos ha aportado a la Unión".
- NEGOCIADORES DUROS. Si la historia de la ampliación española es exitosa, se debe en parte a la firmeza con la que los negociadores españoles han peleado por volver a casa con la cesta de los huevos llena, según sus colegas. La dureza de los políticos españoles a la hora de negociar es, sin duda, otra de las creencias generalizadas que recorre los pasillos de Bruselas. Lo explica el embajador finlandés ante la Unión Europea, Eikka Kosonen: "Los españoles son negociadores muy duros; por eso España ha triunfado en la defensa de sus intereses en la UE. Sus posiciones son muy claras". Como tantos otros, Kosonen alaba el camino recorrido por España en estos 20 años. "La evolución ha sido increíble en lo político y en lo social, por eso la imagen de España ha cambiado totalmente, ha dejado de ser un país aislado a ser parte de Europa".
"Desde luego, tenemos fama de ser negociadores duros. Discutimos hasta la última peseta", reconoce el embajador Bastarreche. El portavoz francés De la Grandville coincide con ellos y añade que además de firmes, las delegaciones españolas han estado tradicionalmente muy coordinadas. "Siempre han estado armonizadas las posturas de los distintos ministerios. La posición nacional española ha sido siempre muy homogénea", indica De la Grandville, quien sin embargo echa de menos entre los negociadores españoles "algo más de táctica".
- ...Y POCO FLEXIBLES. Algunos españoles reconocen la carencia que detectan los franceses, pero eso sí, bajo el anonimato. "Los españoles, en principio, somos poco diplomáticos. Somos más directos y eso a veces ha dado una sensación de chulería que todavía queda. Los colegas nos dicen que tenemos poca estrategia, que se nos ve venir", sostiene una fuente diplomática española.
- MIEDO AGRÍCOLA. España es el tercer productor agrícola de la UE y el que más ayudas recibe para la agricultura. La entrada de España y sus grandes extensiones dedicadas a la agricultura en el club europeo produjo cierto recelo hace 20 años. Hoy, el miedo del gigante agrícola del sur de Europa ha quedado superado. Carmen Casado es una de los cerca de 3.000 funcionarios españoles que trabajan en las instituciones europeas en Bruselas, y fue de las primeras en llegar, en el 87, para trabajar en la agricultura comunitaria. "Entonces España daba un poco de miedo porque era un país muy grande y con una agricultura fuerte. Los europeos pensaban que si algún día España desarrollaba su tecnología en el campo -como ha sucedido- se convertiría en un gran competidor. Y tenían razón, porque eso ha sido lo que ha sucedido, pero en 20 años, se han acostumbrado a convivir con nosotros", cuenta Casado, que, como la mayor parte de los funcionarios, además de inglés y francés, domina el seudocastellano (ayudas desacopladas, regiones ultraperiféricas, el screening o el labelling) que se maneja en Bruselas.
- EUROENTUSIASMO. El europeísmo de los españoles es una de las contribuciones a la Unión Europea que más se valoran en Bruselas. Que España fuera el primer país en celebrar un referéndum sobre la Constitución europea, que saliera el sí rotundo y que los eurobarómetros reflejen una y otra vez el euroentusiasmo español es algo que delegaciones de otros países no sólo admiran, sino que también envidian.
Los funcionarios españoles que desembarcaron en Bruselas a partir de 1986 tienen claro que el euroentusiasmo nació entre los de su generación como respuesta al franquismo y a la posterior transición. Lo que no tienen tan claro es qué pasará con las nuevas generaciones y tampoco qué sucederá cuando España deje de cobrar de Europa para empezar a pagar.
"Para los que estamos aquí, esto de Bruselas era la vía de la consolidación democrática, así que hemos sido verdaderos militantes. Queríamos estar junto a los países progresistas, porque nosotros no habíamos tenido libertad", señala Landaburu. El embajador español piensa lo mismo: "Para mi generación, entrar en Europa significaba salir del agujero. Para nosotros, Europa era el motor del cambio".
El diplomático Fernando Mansito, que ya en 1977 llegó a la misión de España ante las comunidades europeas, cree que el europeísmo es el responsable de buena parte de la credibilidad de España en las instituciones Europeas. "Los de la vieja Europa han encontrado en España a alguien igualmente europeo. Somos muy propensos a construir Europa y a tomárnoslo en serio, y eso hace que nos respeten", apunta Mansito, que cuenta que cuando viaja a España lo que más le sorprende es que la gente "es más alta y más gorda" que antes de entrar en la UE.
- REVOLUCIÓN SOCIAL. Más allá del progreso económico, en Bruselas sorprende, y mucho, la "revolución social" a la que asiste un país, que a ojos de los europeos estaba hasta hace poco lejos de abanderar ninguna vanguardia. "Nos conocían por la emigración y nos consideraban hombres y mujeres trabajadores. Ahora ven que el desarrollo no se ha producido sólo en infraestructuras. Ya no nos ven como un país católico, sino como el país que permite el matrimonio entre homosexuales", dice Manuel Gavira, que llegó a Bruselas en el 86 y que coordina los fondos para las regiones objetivo 1, las más pobres de Europa. "Se está produciendo una revolución social y cultural con la llegada al poder de Zapatero en España", aseguran con asombro desde la delegación diplomática polaca.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.