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Perspectivas Financieras de la UE: Una visión desde España

Eduardo Madina

En materia financiera, cuando el año 2006 llegue y España cumpla 20 años como miembro de la Unión Europea, nuestro país habrá contribuido a las arcas comunitarias con 117.600 millones de euros y habrá recibido 211.000. El saldo neto será, por lo tanto, de 93.300 millones de euros, lo que supone que por cada euro que España ha aportado, habrá recibido de Bruselas 1,85. Esto representa una transferencia del 0,83% de PIB nacional cada año durante dos décadas o, lo que es lo mismo, 129,9 euros al año por cada español desde 1986.

Así, los fondos europeos habrán elevado la tasa de crecimiento de nuestro país un nivel medio de 0,4 puntos anuales, que terminará por traducirse en la creación de unos 300.000 empleos de media anual. En 1986 España se situaba en el 72% de la renta media comunitaria y hoy está a punto de alcanzar el 98%.

La modernización de este país depende de otros instrumentos con los que alcanzar los niveles deseados de desarrollo

Con estos datos, España afrontaba las negociaciones de las Perspectivas Financieras de la UE en un contexto altamente complicado. En primer lugar, por la crisis económica de la zona euro, que, convertida en una enorme presión sobre el presupuesto comunitario, ha terminado por originar un recorte sustancial en el techo de gasto global (1,045% del PIB comunitario). En segundo lugar, el espectacular crecimiento económico de España en la última década, que, unido a la integración de los 10 países del Este, ha situado a nuestro país, tal y como antes señalaba, en los límites de la media comunitaria. La combinación de todos estos elementos hace que, independientemente de lo que diga el PP, el éxito de la negociación española en esta cumbre sea una evidencia desde el punto de vista del mantenimiento del saldo positivo en el periodo 2007-2013. Se ha conseguido que los socios tengan en cuenta el efecto estadístico de la ampliación con una prórroga para España en el Fondo de Cohesión, que las regiones menos desarrolladas del país sigan recibiendo fondos estructurales, que la UE se implique más en la gestión de los flujos migratorios con la creación de un fondo para la integración de inmigrantes y control de fronteras y, finalmente, que se cree una partida para el desarrollo tecnológico con carácter específico para nuestro país, constituyendo un hito en la historia del proceso de integración europea.

Además, se han logrado apoyos financieros para las regiones españolas ultraperiféricas, como Canarias, Ceuta y Melilla, y se ha diseñado un Fondo para la Globalización, que se ha cifrado en 500 millones de euros al año, y del que España podrá beneficiarse para hacer frente a los fenómenos derivados de las deslocalizaciones de empresas.

En total, sumando los pagos pendientes de los presupuestos anteriores, España va a recibir 27.300 millones de euros en fondos estructurales y de cohesión, a lo que deben sumarse 44.120 millones en concepto de ayudas directas y subvenciones agrícolas, así como otros 19.017 millones resultantes de la participación de España en otras políticas de la UE.

Dada la mayor prosperidad relativa de España, las contribuciones al presupuesto comunitario aumentarán una media de 1.800 millones al año, lo que significa que pasarán de 61.285 millones a 74.265. Así, eliminado los créditos ya comprometidos que provienen del periodo anterior, el acuerdo conseguido el fin de semana pasado en Bruselas dejará a España con un saldo positivo de entre 5.000 y 6.000 millones de euros en el conjunto del periodo.

Con estas cifras, el resultado para nuestro país es altamente positivo, ya que seguirá siendo receptor neto de fondos aun cuando es muy previsible que en el año 2013 España haya superado ampliamente la renta media comunitaria. Y todo ello sin que existan razones para el vértigo por la salida del ámbito de las ayudas comunitarias de las regiones afectadas, ya que existen mecanismos de transición suficientes que aseguran la gradualidad.

Por todo ello, el éxito nacional en la negociación del Consejo Europeo es una realidad que debemos colocar en un contexto adecuado. En pleno frenazo del proceso de construcción europea debido a la renacionalización del debate comunitario, el presupuesto de la Unión se cifra en 862.363 millones de euros, un decepcionante 1,045% del PIB comunitario, un porcentaje muy bajo del conjunto de la economía europea. Por poner un ejemplo, España recibirá en 2005 unos 1.790 millones de euros del Fondo de Cohesión, una cifra muy cercana al déficit comercial que nuestro país tiene con la Unión Europea. Este dato nos recuerda que el desarrollo y la modernización de este país, y de cualquier otro, dependen de otros instrumentos con los que alcanzar los niveles deseados de desarrollo económico y social, y que los fondos son simplemente una ayuda incentivadora de la inversión y del desarrollo de los países hacia la cohesión europea.

Por lo tanto, una vez que se ha conseguido alcanzar prácticamente la renta media comunitaria, lo interesante sería que, cuando llegue la hora de la negociación de las próximas perspectivas financieras, España celebre que se encuentra fuera de la recepción de ayudas y que, por fin, ha conseguido convertirse en un contribuyente neto de un presupuesto comunitario situado de nuevo por encima del 1,25%.

Eduardo Madina es secretario de Estudios Políticos del PSE-EE.

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