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Columna
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Espléndida

Estas son unas navidades milagrosas. Llegan los de la lotería, ruedan su anuncio en la plaza del Ayuntamiento y la suerte deja un segundo premio en la ciudad. Pero además, parece evidente que el calvo ha influido decisivamente sobre la mismísima alcaldesa. Rita Barberá está que se sale de impregnada como está de un fortísimo espíritu navideño. Su generosidad no conoce límites.

Espléndida se ha mostrado la alcaldesa con la sociedad anónima que gestiona el Valencia CF. Barberá ha recalificado como comercial los terrenos que el Ayuntamiento expropió en su día a unos agricultores con el objetivo de dotar de equipamientos deportivos y sociales a Benicalap. Eso es un milagro comparable a la multiplicación de los panes y los peces, solo que ahora en forma de un gran centro comercial que sufragará el estadio gratis total. Pero su magnificencia no se acaba ahí. En las vísperas navideñas la alcaldesa permuta el edificio municipal de la plaza de América por una parte de la antigua Tabacalera a mitad de precio de mercado. El precio del metro cuadrado en la zona de la Plaza de América alcanza los 7.134 euros, pero como la señora Barberá es muy generosa, el Ayuntamiento lo tasa en sólo 2.088. "Se malvenden propiedades y salimos perdiendo todos", ha dicho el tacaño de Rafael Rubio, portavoz socialista en el Consistorio. Pues no. Todos todos no pierden, porque el propio Rubio ha evaluado en 148,1 millones de euros el beneficio neto que en la operación obtienen las empresas propietarias de la antigua fábrica de tabaco.

Tanta esplendidez comporta sin duda algunas contrapartidas. Así Valencia es de las grandes ciudades que más cobran a los usuarios de los comedores sociales. Mientras que en Madrid o en Barcelona son gratuitos, aquí se hace pagar a los sin techo 3,5 euros. Y es que el presupuesto del Ayuntamiento de Valencia para estos temas es de los más bajos de las grandes capitales españolas. Son pequeños sacrificios que la alcaldesa se ve obligada a hacer. Nada menos que tres mil personas viven en albergues de esta ciudad y la Casa de la Caridad se las ve y se las desea para conseguir donativos de los empresarios para poder seguir funcionando. Entre otras cosas porque la Comunidad Valenciana ha conseguido situarse como la segunda autonomía con mayor número de personas sin hogar, que se alojan en centros públicos y privados. Claro que no todos acuden a los albergues. Algunos prefieren pasar la noche al raso, refugiados bajo un puente o a la entrada de un garaje, tapados con cartones, lo que sin duda afea la urbe. Sin embargo, la señora Barberá ha encontrado solución al tema, mediante el riego a presión de estos lugares por parte de los servicios de limpieza municipales, convenientemente protegidos por la Policía Local. Y como todavía hay resistentes, los agentes están imponiendo multas de 30 euros a los inmigrantes que viven bajo los puentes del jardín del Turia "por ensuciar la vía pública depositando cartones y enseres".

De esta forma, tacita a tacita, la alcaldesa se puede permitir el pequeño lujo de cambiar cada tres meses las plantas del Puente de las Flores. La reposición que se ha llevado a cabo estos días ha costado 120.000 euros, pero no habrá un puente en todo el mundo con una decoración tan navideña, elegante a la par que sencilla. Miles de flores de Pascua que hablan bien a las claras del entrañable espíritu navideño de nuestra querida alcaldesa.

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