El amanecer de la guerra
Un equipo de arqueólogos descubre en Siria los restos de una gran batalla de hace 5.500 años
Una ciudad cualquiera de Oriente Próximo. Un ejército amenazador que avanza desde el sur. Un asalto que empieza con una terrible lluvia de miles de proyectiles. Terror, gritos, sangre.
La descripción evoca escenarios familiares -hasta habituales hoy día- que casi no serían noticia si las balas en cuestión no fueran de barro y el choque no se remontara al año 3.500 antes de Cristo. Es decir, si no se tratara de la batalla más antigua que se conoce, según opinan los arqueólogos de la Universidad de Chicago y del Departamento de Arqueología sirio que llevan las excavaciones en el sitio de Tell Hamoukar, en el noreste del país asiático, casi en la frontera con Irak.
"Lo que pasó allí no fue una escaramuza. Aquello fue el Shock and awe (Choque y pavor), el nombre de la campaña militar estadounidense lanzada en 2003 para derrumbar el régimen de Sadam Husein) del cuarto milenio antes de Cristo", dice Clemens Reichel, co-director del equipo. El derrumbe de las murallas, las 1.320 balas y proyectiles encontrados hasta ahora y las evidencias de incendios inducen a pensarlo.
"Todos los elementos que tenemos a disposición convergen en indicar que Tell Hamoukar fue asediada", explica Reichel en una conversación telefónica desde Chicago. "Y la hipótesis más sólida es que los atacantes fueron soldados de un ejército del sur de la antigua Mesopotamia. Por lo menos fueron poblaciones del sur, de la civilización Uruk, las que ocuparon la ciudad tras su caída", prosigue.
Los hallazgos del equipo de Reichel -recogidos por la prensa norteamericana en estos días- apuntan entonces a que ya en esa época había estructuras militares lo suficientemente organizadas como para coordinar una expedición con centenares de hombres, con miles de municiones y con catapultas, desde distancias notables. Uruk, el centro pujante de la civilización de la Mesopotamia del sur, distaba centenares de kilómetros de Tell Hamoukar. Y aunque la expedición fuera organizada desde otro centro más cercano, en todo caso demostraría una sorprendente capacidad logística.
"El descubrimiento es interesante. Balas parecidas a las de Tell Hamoukar se han hallado ya en otros lugares. Pero nunca en esa cantidad y, sobre todo, en esa fecha", comenta Carmen Valdés, arqueóloga del Instituto de Oriente Próximo Antiguo de la Universidad de Barcelona.
"Es un periodo importante para Mesopotamia, que en ese momento albergaba las culturas más desarrolladas del planeta", prosigue la arqueóloga, que cuenta con muchos años de excavaciones en Siria. "En Europa, entonces, estábamos todavía en el neolítico final, vivíamos en cuevas, empezaban los primeros pequeños asentamientos. Pero en Mesopotamia es plausible pensar que ya existiera la capacidad de organizar un asalto militar de ese tipo. Lo que pasa es que hasta ahora no me consta que se hubieran hallado pruebas".
Además de todo eso, el interés de Tell Hamoukar reside también en que refuerza "la idea de un desarrollo de las realidades urbanas del norte de Mesopotamia autónomo, y no sólo fruto de la actividad colonial de Uruk, como se pensaba hasta hace un tiempo", argumenta Reichel. "No encontramos señales de la presencia o influencia sureña antes del ataque. La ciudad probablemente se formó como centro de comercio y de elaboración de materiales y metales, como punto intermedio entre la Anatolia rica de recursos naturales y la Mesopotamia del sur rica y pujante económica y socialmente, pero pobre en materias primas. Nosotros pensamos que llegó a tener casi 2.000 habitantes, una cifra elevada por aquellos tiempos, aunque es difícil estar seguros de ello".
Fue allí que llegó la devastadora lluvia de fuego y balas hallada por Reichel y su equipo. La primera batalla de la que se tiene conocimiento. La primera de una larga serie de violencias motivadas por el control de las materias primas.
Pompeya, en Mesopotamia
La Mesopotamia y el cuarto milenio antes de Cristo son un espacio y un tiempo de afirmación de la ciudad. Las excavaciones de Tell Hamoukar representan una fotografía interesante. "La guerra a veces es un factor positivo para los arqueólogos", explica Clemens Reichel, codirector del equipo que trabaja en la ciudad siria. "En este caso lo fue porque el ataque sorprendió a la población, y los edificios derrumbados mantuvieron en el interior todo lo que sus habitantes utilizaban para vivir. Todo se quedó congelado. Y aunque encima de las ruinas los vencedores edificaran nuevas estructuras, lo que se mantuvo por debajo permaneció allí. Y hoy, volviendo a la luz, refleja la dinámica de especialización de las actividades que es el alma de la ciudad. Los ciudadanos ya no tienen que preocuparse de la subsistencia, y pueden dedicarse a otras cosas... a especializarse".
Sólo una parte de Tell Hamoukar -1,5 hectáreas- ha sido excavada. Reichel espera poder volver allí en 2006. "Todo permaneció allí sepultado durante milenios. Como si nos estuviera esperando". Como si se tratara de una pequeña Pompeya mesopotámica.
Babelia
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