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El Supremo alemán decide reabrir el 'caso Mannesmann'

El presidente del Deutsche Bank, Josef Ackermann, y otros cinco acusados tendrán que volver a los tribunales el año que viene para responder por los pagos de primas millonarias a directivos de Mannesmann en 2000. El Tribunal Supremo anuló ayer la sentencia absolutoria dictada por el tribunal de Düsseldorf en julio de 2004 y obligó a reabrir el caso en la segunda mitad de 2006.

Todas las miradas se centraron ayer en el jefe del Deutsche Bank, del que se dice desde hace días que podría dimitir, si el juicio tuviera que repetirse, para evitar un importante daño a la imagen del banco.

Ackermann, que entonces pertenecía al consejo de vigilancia de la empresa, el entonces presidente de Mannesmann, Klaus Esser y otros cuatro acusados tendrán que responder ante otra cámara del mismo tribunal de Düsseldorf del cargo de gestión desleal de los activos de Mannesmann por aprobar el pago de primas y pensiones por valor de 57 millones de euros a altos cargos de Mannesmann. Gran parte de la suma fue a parar a la cuenta bancaria de Esser, que cobró 31 millones, y sólo está acusado de complicidad por no haber participado en la decisión.

El abono de estos aguinaldos lo decidió la presidencia del consejo de vigilancia, un órgano formado, entre otros, por Josef Ackermann y el entonces presidente del sindicato IG-Metall, Klaus Zwickel. Zwickel primero negó haber estado informado, para después reconocer que su abstención permitió que se aprobara la propuesta.

El cargo de gestión desleal se refiere a la traición de los intereses de los accionistas, a los que el consejo de vigilancia se debe. "No eran dueños, sino administradores", recordó el juez del Tribunal Supremo Klaus Tolksdorf. "Los acusados Funk, Ackermann y Zwickel incumplieron su deber de proteger el capital y de ese modo infligieron a la empresa un daño por valor de las primas pagadas", añadió Tolksdorf.

El juez criticó a los receptores de las primas por su excesiva autoestima y dijo que habían perdido el "contacto con el suelo" si creían "haberlo hecho tan bien hasta el punto de considerar tales sumas una merecida recompensa por su trabajo".

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