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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Estafa cooperativa

Soy el marido de una de las personas que el 5 de diciembre acudieron al Juzgado de Primera Instancia de Priego de Córdoba en calidad de testigos, por un caso de presunta estafa en la cooperativa olivarera Almazaras de Priego. Dichos testigos se vieron atrapados en un absurdo, salvaje e indiscriminado linchamiento a base de amenazas, insultos, empujones, patadas, palos y puñetazos. Y esto ocurrió impunemente tanto a la entrada como a la salida, pues los pacíficos manifestantes, supuestamente convocados por la "Comisión de control y apoyo al consejo rector de Almazaras", ocuparon literalmente la puerta del juzgado, agrediendo a todo el que pasaba por allí: testigos, acusación, abogados (incluso un señor que iba a registrar a su hijo recién nacido recibió un mamporro..., por si acaso). Yo no soy experto en leyes, no sé si un juez tiene la obligación de garantizar la integridad física de los testigos que él cita. Tampoco puedo referirme a las fuerzas del orden, que con gran voluntad, pero totalmente sobrepasados por los acontecimientos, intentaron acercar un vehículo a la puerta del juzgado y, ante la fuerte oposición de la masa, sólo tuvieron la feliz idea de hacer un pasillo en forma de "L", por lo cual todos los presentes pudieron desahogarse a gusto con los testigos que iban saliendo.

De quien sí quiero hablar es de los organizadores del acto, de los promotores y agitadores que han ido calentando a los agricultores (ya calientes, porque han perdido mucho dinero) a través de los foros, la prensa y en las tabernas. Ellos han señalado a "sus" culpables, han vertido sus rumores y sus cifras, han insinuado que la justicia es lenta e inútil y, finalmente, han puesto en manos de los manifestantes 30 ó 40 pancartas contundentes (contundentes por su contenido y por su buen tamaño para golpear). Con todo esto, bastaba un par de eslóganes incendiarios, como "ladrones" y "que salgan esposados" para que la gente se sintiera con el derecho a tomarse la justicia por su mano. ¿Qué habría pasado si viene a declarar el único imputado en la causa? Esto podía haber terminado fácilmente en tragedia. Sólo pido a la gente que imaginen cómo se sintió mi mujer, que ni siquiera es sospechosa en el caso y, por el contrario, acudía como testigo de la acusación, al ser contable en Almazaras, y se encontró a cientos de personas llamándola ladrona, amenazándola e intentando golpearle. Desde nuestro punto de vista, estas gentes que participaron en el linchamiento (y sus promotores) no sólo han perdido su dinero o sus aceitunas: ahora han perdido también su dignidad y el respeto que se merecen unos sencillos y sacrificados agricultores que, por un día, se comportaron como una jauría de perros salvajes.

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