_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Bancos centrales independientes?

Alan Greenspan ha alcanzado un status casi icónico como gobernador de la Reserva Federal. Así, a medida que su gestión llega a su fin y que el manto de infalibilidad pasa a su sucesor, vale la pena examinar si su legado será satisfactorio y qué podemos esperar del nuevo jefe de la Reserva Federal, Ben Bernanke. A pocos gobernadores de bancos centrales se les ha prodigado la hagiografía que se le ha dedicado a Greenspan, sobre todo en vida. Pero, ¿qué es lo que hace que un gobernador de banco central sea extraordinario en nuestras sociedades modernas, las instituciones extraordinarias o los individuos extraordinarios?

Muchas de las fuerzas que estuvieron detrás del auge de los noventa, incluyendo los avances en la tecnología, se pusieron en marcha antes de que Bill Clinton llegara a la presidencia (de la misma forma que el legado de los déficit del presidente Bush se seguirá sintiendo mucho después de que salga). Así, a Greenspan no se le puede dar el crédito por el auge. Pero, si bien ningún gobernador de banco central puede garantizar la prosperidad económica, una mala Administración puede provocar enormes daños.

El segundo legado de Alan Greenspan se refiere a las dudas crecientes sobre la independencia del banco central

No hay duda de que Greenspan tuvo grandes momentos, en los que uno se podría imaginar al menos que un gobernador menos diestro habría hecho lo "incorrecto" con consecuencias desastrosas. Uno de esos momentos fue el colapso del mercado de valores de 1987. Tal vez otro se dio en 1998, cuando la Reserva Federal disminuyó las tasas de interés ante lo que parecía ser un crisis financiera global inminente.

Pero el verdadero problema para el legado de Greenspan tiene que ver con lo que le sucedió a la economía estadounidense en los últimos cinco años y de lo cual él es responsable en gran parte. Greenspan apoyó los recortes fiscales de 2001 con los argumentos más engañosos. El error no estuvo sólo en la magnitud del recorte, sino también en su diseño; al dirigir los recortes a los estadounidenses de ingresos altos, generó pocos estímulos económicos.

Así que generaron unos elevados déficit que no permitieron que la economía recobrara el pleno empleo, de manera que la Reserva Federal hizo lo que tenía que hacer: recortar las tasas de interés. Las tasas más bajas funcionaron, pero no tanto porque hayan impulsado la inversión, sino porque hicieron que los hogares refinanciaran sus hipotecas y alimentaron una burbuja en el precio de la vivienda. En resumen, Greenspan deja una economía cargada con altas deudas en los hogares y el Gobierno y con un frágil balance general, un legado que ya está contribuyendo a la inestabilidad financiera global.

El argumento tradicional en favor de un banco central independiente es que no se puede confiar a los políticos la conducción de la política monetaria y macroeconómica. Evidentemente, tampoco a los gobernadores de bancos centrales, al menos cuando opinan sobre áreas de las que no son directamente responsables. Greenspan se mostró tan entusiasta por una política que condujo a déficit elevados como cualquier político; pero la hoja de parra de estar "por encima de la política" le dio credibilidad a esas medidas y generó el apoyo de algunos que de otra forma habrían cuestionado su conveniencia.

Éste es el segundo legado de Greenspan: las dudas crecientes sobre la independencia del banco central. La política macroeconómica nunca puede estar divorciada de la política: involucra concesiones y afecta a grupos diversos de formas distintas. El desempleo daña a los trabajadores, mientras que las tasas de interés bajas que se necesitan para generar más empleos pueden llevar a una mayor inflación, que daña especialmente a quienes tienen activos nominales cuyo valor se erosiona.

Las posturas políticas de Greenspan estaban tan tenuemente disfrazadas de conocimientos profesionales que su gestión puso de manifiesto el carácter dudoso de la noción misma de un banco central independiente y un banquero central apartidista. Desgraciadamente, muchos países se han comprometido con esa ilusión y es probable que pase mucho tiempo antes de que presten atención a la lección más importante de Greenspan. Resaltar el "profesionalismo" del nuevo jefe de la Reserva Federal tal vez sólo retrase el momento en que esta lección se aprenda de nuevo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_