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AGENDA GLOBAL | ECONOMÍA
Columna
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América Latina: ¿ahora el neopopulismo?

Joaquín Estefanía

BOLIVIA CELEBRA HOY elecciones presidenciales. Existen probabilidades de que el nuevo mandatario sea el primer presidente indígena de América Latina (AL). Evo Morales, líder del Movimiento Al Socialismo (MAS), aparece el primero en todos los sondeos, y según los mismos sólo la unión de los otros dos candidatos podría cerrarle las puertas al poder. Veremos. Las bolivianas son las terceras elecciones presidenciales en el subcontinente, en el plazo de unas semanas.

Primero fue Honduras, en donde ganó el candidato del Partido Liberal, Manuel Zelaya. Hace siete días tuvieron lugar en Chile, con el triunfo de la socialista Michelle Bachelet, que queda al albur de la segunda vuelta al no haber obtenido mayoría absoluta. En el intermedio hubo elecciones legislativas -no presidenciales, que serán a finales del año que llega- en Venezuela, con la victoria de los chavistas y la inasistencia de varios de los partidos de la oposición. Son las convocatorias iniciales de un largo periodo de 14 meses en los que habrá elecciones presidenciales en 12 países de la región, salpicadas por otras legislativas. A continuación de las ya citadas va Haití, el país más pobre de la zona, y luego Costa Rica, México, Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Brasil. Para valorar su importancia baste citar que entre los países que han de elegir presidente están seis de las siete mayores economías de la región (falta Argentina), y que producen más del 80% del PIB regional.

La pregunta es si la mayoría de los ciudadanos primará con su voto una razonable coyuntura macroeconómica, o tendrá más en cuenta los índices extremos de pobreza y de desigualdad que subsisten en la región

Hay muchas cosas en juego: la gobernabilidad nacional de estos países, pero también el modelo de desarrollo dominante en el conjunto de la zona y las alternativas de integración regional. En definitiva, cuál será el vector ideológico dominante en AL para los próximos años. Se pueden hacer muchas cábalas, como aquella -la más repetida- que pronostica que la zona saldrá de este proceso electoral con una mayor inclinación hacia la izquierda. Olvidémonos por un momento de los pronósticos personales, los sondeos o la utilización de las urnas: saldrá lo que tiene que salir y entonces será el momento de los análisis certeros. El hecho es que el proceso electoral se va a desarrollar en un momento económico que no es el peor de la historia: el crecimiento del PIB supera el 4%, un incremento sostenido en el aumento del comercio exterior, la captación de inversiones extranjeras, las remesas de los emigrantes y con una inflación no desbocada. Los países que más crecen son Venezuela y Argentina, ambos por encima del 9%, lo que hay que condicionar al hecho de que salen del abismo, con coyunturas muy recesivas.

Pero estando la macroeconomía en un periodo más o menos de normalidad, no sucede lo mismo en lo que se refiere a la desigualdad y la persistencia de la pobreza. Por ejemplo, en la citada Bolivia, pese a la emergencia de una nueva fuente de riqueza y de recursos naturales como es el gas natural, el ingreso por habitante sigue siendo el mismo que hace 30 0 40 años, y el porcentaje de pobres supera al 50% de la población.

Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), AL vive hoy una realidad sin antecedentes: el triángulo de la desigualdad, la pobreza y la desigualdad. La democracia latinoamericana (no se contempla Cuba) convive en la totalidad de una región con niveles extensamente difundidos de pobreza y situaciones de desigualdad extremas. El PNUD recuerda -lo que es muy importante para analizar las elecciones que llegan- que casi la mitad de la población de la zona prefiere el desarrollo económico a la democracia, y que un 44% apoyaría a un Gobierno autoritario si éste resolviera sus problemas económicos.

El interrogante mayor es si la mayoría de los ciudadanos que van a votar lo harán pensando más en la bondad relativa de la coyuntura macroeconómica o en la distribución de la renta y la riqueza estructural. Y si después del neoliberalismo llegan los neopopulistas o todavía queda tiempo y espacio para los matices superadores de lo peor.

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