_
_
_
_
Crítica:CLÁSICA | Cuarteto de Tokio
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Naturalidad

Si alguna virtud sobresale entre las muchas que tiene el Cuarteto de Tokio es la naturalidad. Naturalidad para pasar de una atmósfera a otra sin aspavientos. Naturalidad para expresar los sentimientos más profundos o más delicados sin rozar siquiera la exageración o la cursilería. Naturalidad para manejar la dinámica con una riqueza de matices extraordinaria. Naturalidad para frasear con flexibilidad. En fin: cuatro músicos tocando de una manera maravillosa, haciendo oír los más mínimos detalles como si no pasara nada.

La primera pieza del programa, el Cuarteto "de las disonancias", último de los seis que Mozart dedicó a Haydn, debe su nombre a una introducción lenta que precede al Allegro y que está llena de deliberadas rupturas de las normas armónicas imperantes en la época, rupturas que vuelven a aparecer en el desarrollo. Tanto este movimiento como los restantes se interpretaron con una claridad meridiana en los pasajes polifónicos, y con una capacidad tremenda para escucharse y responderse entre sí, dejando en el oyente una sensación de compenetración bien intensa. Magistral fue el Andante cantabile, donde en los inicios y finales de algunas frases se pasaba del silencio al sonido o del sonido al silencio de una forma casi mágica por lo imperceptible, así como el virtuosismo exhibido en el movimiento final.

Cuarteto de Tokio

Martin Beaver, violín. Kikvei Ikeda, violín. Kazuhide Isomura, viola. Clive Greensmith, violonchelo. Obras de Mozart, Kodály y Brahms. Palau de la Música. Valencia, 15 de diciembre de 2005

El inicialmente programado Cuarteto núm. 3 de Bartók fue sustituido por la Serenata para dos violines y viola de Kodály, quizá por no repetir una obra que ellos mismos interpretaron aquí en abril de 1992. La serenata de Kodály, donde tienen un papel muy importante la viola y el segundo violín, nos permitió escuchar con mayor presencia las voces intermedias del cuarteto. A destacar las magníficas evoluciones de la viola sobre los violines en pizzicato, y el sencillo vigor con que se interpretaron los pasajes de impronta folklórica. Brahms, a continuación, con su op.51 núm 1, se tocó con delicadeza y contención, y les permitió seguir luciendo el precioso sonido de los cuatro Stradivarius que fueran de Paganini.

De regalo, un Haydn que casi sugería el trote de un caballo por el campo. Y nada mejor que la naturalidad cuando queremos evocar la naturaleza.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_