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Reportaje:

Música en el ambulatorio

Un CAP de Cerdanyola crea una coral integrada por más de 40 médicos, enfermeras, celadores y secretarias

En el Centro de Atención Primaria (CAP) de Caneletes, en Cerdanyola del Vallès, cuando no hay visitas, suena la música. Médicos, enfermeras, secretarias y celadores afinan la voz y cantan. Cualquier sitio es bueno para ensayar: la sala de reuniones, el coche, el comedor de casa, e incluso la ducha.

Todo empezó hace menos de dos meses, cuando el médico Jordi Félez colgó un cartel en el que invitaba al personal a cantar por Navidad. Los únicos requisitos eran estar dispuesto a asistir a seis ensayos, atreverse a cantar tres canciones y poner seis euros para pagar los CD. El éxito fue rotundo. "Esperaba que se apuntaran 12 o 13 personas, pero al final, hemos llegado a la cuarentena". La cifra no es nada desdeñable, son la mitad de los trabajadores. No sólo eso, sino que casi nadie se pierde los ensayos. "A lo mejor se fueron animando cuando vieron el piano, el bombardín, el clarinete, la mandolina y el saxofón", asegura Félez al intentar buscar una explicación al fenómeno.

Félez tiene una larga trayectoria como trompetista, pero para la mayoría de sopranos, barítonos y mezzosopranos con bata que se atreven con un repertorio que incluye Lentament comença el cant, de Lluís Llach i Miquel Martí i Pol; In memorial, de la película francesa Los chicos del coro; Bachiana brasileira nº 5, de Heitor Villa-lobos, y la tradicional 25 de desembre. Esta es su primera experiencia musical.

Para el médico Manel Guillem, "ensayar es mucho más divertido que las reuniones". A la enfermera Ana Barbero lo de cantar frente al público le da "un poco de respeto, pero la verdad es que se pasa muy bien". Barbero ensaya mucho en casa. "Mi familia cree que me he vuelto un poco loca". La mayoría coincide con la pediatra María Dolores en lo de que cantar es una buena terapia. "Trabajamos todo el día contrarreloj, de nueve de la mañana a 14.30 atendemos a un paciente cada cinco minutos, lo de cantar desestresa", señala la médica Núria Freixenet. Son muchos los que han aprendido durante estos dos meses qué es una blanca y qué una negra, pero sobre todo tienen muy claro lo que su profesor, Félez, ha repetido en casi todos los ensayos: "Dejarnos llevar por la música y no gritar", señalan. Por el camino se han ido conociendo mejor, "y hemos perdido la vergüenza", añade la enfermera Loles García.

Félez pasó muchos años en Estados Unidos. Ahí hay corales, pero "son 10 o 12 que cantan fantásticamente, actúan y todo el mundo les aplaude, pero no hay ni de lejos la participación e ilusión de aquí".

A este médico se le ocurrió la idea en las navidades pasadas. "Vi como la gente venía, se tomaba el aperitivo, bebía una copa de cava y se iba". Así que, ni corto ni perezoso, decidió romper con tanta frialdad.

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La experiencia, sin embargo, no acabará con el concierto hoy sábado ante sus vecinos, la residencia de ancianos que hay justo al lado del CAP. Félez planea grabar un CD porque "hay mucha gente interina que quizá el año que viene ya no esté, y así se llevan un recuerdo". El CAP de Canaletes se inauguró en marzo de 2003. Sus inicios fueron bastantes duros. Hubo protestas vecinales porque al lado del CAP hay un centro de atención y seguimiento de drogodependencias. Hoy ya nadie se acuerda de ello, y el miedo de los vecinos desapareció.

En el ensayo general no faltaron las sonrisas ni la jarana. El director de la coral, Toni Vidal, de la Agrupació de Músics, insistió: "No sufráis, pase lo que pase se trata de poner buena cara y expresión de ¡mira lo bien que lo pasamos!".

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