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Bush considera las elecciones "un gran paso adelante" hacia la retirada de las tropas

George W. Bush celebró ayer las noticias sobre la elevada participación en las elecciones en Irak y dijo que la jornada fue "una gran paso adelante" para que las tropas de EE UU puedan volver y para afianzar la presencia de "un aliado en Oriente Próximo". "Estamos haciendo lo adecuado", añadió el presidente, que recibió en la Casa Blanca a seis iraquíes que tenían el dedo manchado en tinta púrpura después de haber votado. "La participación ha sido importante y la violencia, escasa", dijo, visiblemente aliviado, el presidente.

La jornada tuvo un efecto balsámico para Bush, que ha desarrollado una intensa campaña para tratar de contrarrestar el pesimismo de los norteamericanos, alimentado por los 2.140 soldados muertos y por la ausencia de perspectivas en Irak. Los medios hicieron una pausa en las habituales imágenes de los atentados y en el debate sobre la capacidad de los grupos violentos para recoger el entusiasmo de muchos iraquíes al manchar su dedo índice por tercera vez en 2005. Los estadounidenses han tenido la oportunidad de seguir con detalle el proceso político, la convocatoria electoral y la situación económica y social de Irak.

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Los iraquíes votan en masa y sin violencia

A pesar de la euforia basada en las imágenes de las colas, las urnas y los orgullosos votantes, a nadie se le escapa las dificultades del futuro ni el peaje pagado por los errores cometidos. Lo reconoció, desde Bagdad, el senador republicano Lindsey Graham a la NBC: "No podemos decir que esta elección resuelve los problemas; en muchos sentidos, esto no ha hecho más que empezar. Lo que tenemos ahora es una segunda oportunidad, la posibilidad de aprender de nuestros errores".

Solución política

El demócrata Joseph Biden, también en Bagdad, añadió en la CBS que los retos futuros llevan a esta conclusión: "El punto fundamental es que todavía nos necesitan aquí; pero la clave es que no se trata de una solución militar, sino política. Los iraquíes necesitan una Constitución que acepten todos los grupos, porque si no la tienen, no habrá tropas que puedan mantener al país unido".

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El Gobierno parece tenerlo claro, a juzgar por lo que escribió Zalmay Khalilzad, el embajador de EE UU en Irak, en The Washington Post. Hasta ahora, se trataba de integrar a la comunidad suní en el proceso: "A partir de este momento, el objetivo se desplaza hacia la formación de una coalición moderada, interétnica y plural que pueda gobernar eficazmente el país". La nueva Asamblea Nacional, según el embajador, debería "aprovechar la oportunidad para enmendar la Constitución y ampliar el respaldo al documento" y "revisar cómo se llevó a cabo la depuración del antiguo partido único para diseñar una ruta que equilibre las exigencias de la justicia con las de la reconciliación".

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