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La detención del banquero Fiorani abre una grave crisis en el sistema financiero italiano

El ex consejero delegado de Banca Popolare Italiana usó fondos para financiar a políticos

Enric González

La detención del banquero Gianpiero Fiorani, acusado de asociación para delinquir, apropiación indebida y reciclaje de fondos fraudulentos, desató ayer un temporal en el sistema financiero italiano. Fiorani, ex consejero delegado de Banca Popolare Italiana, gozaba de la protección del gobernador del Banco de Italia, Antonio Fazio, y de una amplia red de apoyos institucionales. Los jueces consideran que Fiorani robó de forma sistemática a los clientes de su banco y financió de forma ilegal a varios "políticos de nivel nacional" cuyo nombre se mantiene en secreto.

La juez de instrucción Clementina Forleo acusa a Fiorani y a cuatro de sus colaboradores en Banca Popolare Italiana (BPI)de saquear a sus propios clientes, cobrándoles comisiones abusivas para cubrir pérdidas y vaciando las cuentas de los impositores fallecidos; de defraudar a los accionistas llevándose dinero de la caja fuerte; de organizar de forma fraudulenta una OPA sobre Banca Antonveneta; de financiar ilegalmente a dirigentes políticos; y de sustraer fondos de la entidad para engrosar su patrimonio personal.

La orden de prisión, emitida el martes por la noche, fue firmada por la juez después de comprobarse que en los últimos días, ya procesado, Fiorani seguía sustrayendo fondos societarios.

Fiorani, de 46 años, inhabilitado como banquero en agosto y sustituido como consejero delegado en septiembre, no sólo gozaba de la protección del gobernador Fazio. Era uno de los principales donantes a la iglesia católica y mantenía una sólida amistad con el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, el cardenal Camillo Ruini.

Fiorani podría arrastrar en su caída a toda una generación de nuevos capitalistas que se enriquecieron con las privatizaciones y con la especulación inmobiliaria. Multimillonarios como Stefano Ricucci, Danilo Coppola y Emilio Gnutti se pusieron a las órdenes de Fiorani cuando éste inició, a finales del año pasado y en total secreto, el asalto a Banca Antonveneta, que debía convertirle en uno de los principales banqueros de Italia. Ricucci, Coppola y Gnutti protagonizaron a su vez la oposición "nacional" en Banca Nazionale del Lavoro (BNL) frente a la OPA del BBVA, que desembocó en una OPA alternativa de la aseguradora cooperativa Unipol y en el fracaso inicial de la oferta española.

El propio presidente de Unipol, Giovanni Consorte, fue uno de los que acumularon clandestinamente acciones de Antonveneta en favor de Fiorani. Las dos OPA foráneas, la holandesa y la española, toparon con un mismo frente de resistencia, que pareció vencer y que se ve hoy acusado de graves delitos.

Fiorani asumió el mando de Popolare en 1998, con sólo 38 años, engrandeció la entidad con una serie de absorciones propiciadas desde el Banco de Italia y en noviembre de 2004 intuyó que el banco holandés ABN Amro, principal accionista (12,6%) de Banca Antonveneta, proyectaba una OPA para hacerse con la mayoría del capital. El joven banquero empezó a comprar de forma encubierta acciones de Antonveneta y a "aparcarlas" en manos de testaferros. En abril, cuando el Banco de Italia autorizó, tras largos retrasos, la OPA de ABN Amro, Fiorani tenía ya el 39% de las acciones de Antonveneta. El gobernador Antonio Fazio le ayudó a preparar una OPA alternativa y a derrotar a los holandeses.

Fazio se negó a ver las irregularidades cometidas por Fiorani. Durante años había aceptado sus regalos (televisores, joyas para la esposa) y le había utilizado como peón para reorganizar el equilibrio de poderes del sistema financiero italiano. El gobernador del Banco de Italia apostó por los "nuevos capitalistas" frente a la antigua burguesía milanesa y eligió de entre todos ellos a Gianpiero Fiorani como banquero predilecto. El 11 de julio, a medianoche, le telefoneó personalmente para comunicarle la aprobación de su OPA sobre Antonveneta. La respuesta de Fiorani, "Tonino, tengo la piel de gallina, te daría un beso en la frente", interceptada por la Guardia de Finanzas y "filtrada" a la prensa, dio la vuelta al mundo.

Mientras Fazio bendecía a Fiorani, los fiscales de Milán disponían ya de indicios sólidos sobre las irregularidades cometidas por el consejero delegado de Popolare. Por eso intervinieron sus teléfonos. Bastaron unos pocos meses, desde entonces, para reunir pruebas que la juez Clementina Forleo considera irrefutables.

Gianpiero Fiorani (centro), tras declarar el pasado 31 de agosto en un juzgado de Milán.
Gianpiero Fiorani (centro), tras declarar el pasado 31 de agosto en un juzgado de Milán.AP

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