Una carrera con química
Sofía Calero, una investigadora de la UPO, recibe el premio Marie Curie de la Comisión Europa por su trayectoria científica
La doctora Sofía Calero acude a trabajar en vaqueros. En su despacho hay algunos muñecos como Piolín, el canario que protagonizaba los sueños del gato Silvestre, y una pinza para fotos o notas con forma de vaca. El premio a la Excelencia Marie Curie, que le concedió la Comisión Europea el pasado 1 de diciembre con el detalle añadido de entregarle el diploma enmarcado, se apila en una estantería, medio escondido entre libros. La investigadora Calero está entusiasmada con el galardón, pero no piensa colgarlo en la pared porque le resulta una exhibición un pelín ostentosa.
Sofía Calero Díaz (Madrid, 1970) trabaja desde hace dos años en el área de Química Física de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla (UPO) con un contrato Ramón y Cajal. Así que la elección europea, la ha convertido en la primera investigadora de un centro andaluz que recibe tal distinción. Y con plenas bendiciones. Calero logró la máxima puntuación entre los cinco investigadores europeos finalmente seleccionados (el otro español premiado, Juan Bolaños, es catedrático de Farmacia en la Universidad de Salamanca). Su candidatura obtuvo el aval de 12 especialistas con los que ha trabajado en los últimos años. Sus investigaciones en estimulaciones moleculares se han difundido en las mejores revistas de su campo, como el Journal of the American Chemical Society o Physics Review Letters. Tiene 33 publicaciones y cierta experiencia en premios.
Este mismo año, la Real Sociedad Española de Química la distinguió por sus aportaciones en el área de catálisis y, al doctorarse en Ciencias Químicas en la Universidad Complutense en 2000, recibió el premio extraordinario de doctorado. Y eso que lo suyo no fue vocacional. Sofía Calero, criada en una casa vinculada a la medicina, desechó en un arrebato el campo de la salud y comenzó a estudiar Ingeniería Aeronáutica. "Pero fue un desastre, lo dejé a los dos años", recuerda. Optó por Química. Y acertó. "Me encantó, empecé a sacar muy buenas notas y en tercero ya me ofrecieron hacer la tesina".
Concluyó su tesis yendo de una ciudad a otra gracias a una beca que le facilitaba la movilidad. Zurich, Viena, A Coruña, Filadelfia y, finalmente entre 2000 y 2003, se instaló en la Universidad de Ámsterdam, donde le ofrecieron un contrato posdoctoral y donde una beca comunitaria le permitió iniciar su propia línea de investigación en el campo de la simulación molecular en sistemas confinados.
Las aplicaciones de su línea de ensayo son múltiples. Algunas son tradicionales como en detergentes, limpiadores de contaminantes o catalizadores. Otras son emergentes: baterías, sensores electroquímicos o agentes de contraste en diagnosis. "Necesitamos industria para trabajar", reclama la investigadora, que desarrolla trabajos en colaboración con la multinacional petrolera Chevron-Texaco. Sofía Calero confía en ampliar su actual grupo de investigación en la UPO y en estabilizar su vida personal: "Es casi incompatible llevar una carrera profesional y tener hijos".
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