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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cada vez más gordos

El problema está ahí desde hace tiempo, pero las campañas de concienciación en favor de una comida sana parecen caer en saco roto. La industria alimentaria no contribuye demasiado a atenuarlo. En Europa está ya bien enraizado el mal de la obesidad, especialmente en los niños, y España se encuentra en los puestos de cabeza, compartiendo liderazgo con el Reino Unido, Italia y Portugal. El ritmo de crecimiento es muy preocupante, y, de continuar esta tendencia, podría llegar pronto a los niveles de Estados Unidos. Es obvio que las consecuencias para la salud son igualmente dañinas. Y eso debería entenderlo el ciudadano antes de que sea demasiado tarde. No es cuestión de estética, sino de supervivencia.

Un informe de la Comisión Europea publicado la pasada semana señala que cada año 400.000 niños de entre 5 y 11 años son diagnosticados como obesos o con sobrepeso en el conjunto de la UE. En nuestro país, más del 30% de los niños de entre 7 y 11 años pesan más de lo que debieran. Y las estadísticas españolas en el caso de la población adulta son todavía peores: un 14,5% es obeso y el 38,5% tiene sobrepeso. La mala alimentación y el sedentarismo son una mezcla explosiva que facilitan la expansión de lo que bien puede calificarse sin reparos como una epidemia.

La última encuesta nacional de salud publicada el pasado abril confirmaba la consolidación de hábitos alimentarios muy poco saludables, con una dieta escasa de frutas y verduras, con exceso de bollería industrial, de lácteos y carne, y además mal distribuida a lo largo del día. Revelaba igualmente el preocupante aumento del número de niños que no desayunan. El Ministerio de Sanidad anunció a finales de 2004 campañas destinadas a fomentar la buena alimentación. Son paños calientes mientras no haya una estrategia radical alimentaria que empiece en la escuela.

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Estética al margen, a nadie conviene tener problemas de peso excesivo; ni al que los padece debido a los serios riesgos de contraer enfermedades cardiacas u óseas, ni tampoco al conjunto de la sociedad por el desgaste económico que comporta. La obesidad le cuesta a los países europeos un 7% del gasto sanitario, según señala el informe de Bruselas, y además es causante de un descenso de la productividad laboral, como han demostrado estudios británicos. Éste es un barco en el que todos estamos y tenemos responsabilidad, aunque sólo sea educativa, incluso los que no lo padecen directamente.

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