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La peculiar organización de las aulas catalanas

Los institutos de Cataluña suavizan su sistema de créditos escolares en favor de un diseño clásico

Cataluña lleva 10 años utilizando el sistema de créditos en la enseñanza secundaria, en lugar de las clásicas asignaturas. La LOGSE abrió en 1990 la puerta para usar este método de organización escolar que, en realidad había comenzado en Cataluña en el curso 1988-89 de forma experimental en algunos centros de secundaria. Pero fue en el curso 1996-97 cuando el gobierno de Convergència i Unió (CiU), presidido por Jordi Pujol, aprovechó para ponerlo en marcha y el actual gobierno tripartito, que encabeza Pasqual Maragall, lo ha mantenido.

El sistema de créditos en la secundaria es distinto al que funciona en los estudios universitarios. En este caso nacieron como alternativa a las asignaturas clásicas. En esencia, consiste en establecer un sistema de optatividad, de tal manera que una parte de las materias que estudian los alumnos sea común y otra parte de libre elección, atendiendo a la marcha de los estudiantes durante el curso o a las opciones propias que decida ofrecer cada instituto. Un crédito equivale a 35 horas de clase, lo que supone estudiar alrededor de tres horas semanales de la materia durante todo un trimestre.

Las materias no comunes se han ido reduciendo del 30% al 15% en pocos años
"Ya no hay el anterior desorden. Las troncales se dan durante nueve meses", dice un profesor

Los resultados son "aceptables", dice la Consejería de Educación de la Generalitat, que dirige Marta Cid, aunque el sistema de créditos es hoy menos ambicioso que cuando empezó porque se han vuelto a incrementar los contenidos comunes y se han reducido los optativos. En Cataluña, el sistema de créditos afecta en secundaria a más de 400.000 alumnos, de los que casi el 60% estudian en centros públicos; el resto, en privados concertados o en colegios de pago.

Inicialmente, el sistema de crédito se traducía en que todos los alumnos estudiaban la misma materia durante una parte del curso, por ejemplo matemáticas, pero a partir de un determinado momento un aula se podía desdoblar en varias durante una parte del tiempo atendiendo al nivel de sus alumnos. De esta forma, se podían crear clases para refuerzo de esa asignatura y otras para ampliación de la misma materia. "No todos los alumnos evolucionan al mismo ritmo y lo que se hace con los créditos es dar opciones distintas en función de las necesidades", afirma el director general de Ordenación e Innovación Educativa de la Generalitat, Blai Gasol.

Pero la evolución de los créditos ha variado mucho desde que nacieron. En realidad, ha habido un repliegue porque en un determinado momento fueron los propios centros docentes quienes detectaron que habían llegado a romper el ritmo de trabajo de los alumnos. Al principio el tiempo destinado a la parte de las asignaturas que compartían todos, lo que se denominan créditos comunes, era de unos dos tercios del total del tiempo de estudio. El otro tercio eran materias o créditos optativos. Pero los cambios fueron difíciles de implementar y la parte optativa o variable se ha ido reducido hasta quedar en alrededor de un 15%, continúa Gasol.

¿Qué ha pasado para que se haya producido esta marcha atrás? El director general de Ordenación e Innovación Educativa afirma que, al principio, hubo problemas de gestión, de logística y de tiempo. "Tener tantos créditos variables era un asunto complejo que obligaba a adaptar horarios cada trimestre, tanto a profesores como a alumnos".

La Generalitat se dio cuenta y pareció como si de repente se acordará de aquella frase pronunciada en 1976 por el entonces presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, cuando en plena transición dijo: "Hagamos normal en la ley lo que en la calle es simplemente normal", para evidenciar el divorcio que existía entre el mundo oficial, la legalidad, por un lado, y la realidad, por otro.

El sistema de créditos, que había nacido de forma ambiciosa, conoció un repliegue oficial cuando "los propios centros ya se habían echado atrás porque se dieron cuenta no sólo de que era un problema de organización considerable, sino de que, además, se rompía el ritmo de las asignaturas y se había desvirtuado el contenido de las asignaturas troncales", explica el catedrático del Instituto Jaume Balmes, de Barcelona, Joan Estruch. Desde la Generalitat se empezó a suavizar la norma en el curso 2001-2002, cuando aún gobernaba CiU. "Se hizo primero con la oposición de la inspección y luego con su tolerancia hasta que la realidad se impuso", prosigue Estruch. "Ya no hay el desorden que había con las materias". Ahora las troncales se dan todo el curso y las optativas durante un trimestre, tanto de refuerzo como de libre elección, añade este catedrático.

Los créditos variables se han reducido pero sigue habiendo margen para que los centros los organicen en función de sus necesidades. La opción de los créditos funciona desde el respeto a lo que marca la ley estatal sobre los contenidos comunes y los no comunes en las distintas comunidades. Lo que fija ahora la ley es el 65% de contenidos comunes en todo el Estado en las comunidades con una lengua y el 55% en las que tienen dos. La LOE, en discusión en el Congreso, pretende mantener estos porcentajes,David Medina, que ha impartido clases en un centro de secundaria y que ejerce como portavoz de Enseñanza de UGT en Cataluña, dice que "al principio, introducir los créditos produjo un gran caos organizativo. Los centros tendieron a prescindir de la norma y empezaron a experimentar por su cuenta. Lo que se hizo entonces fue restaurar, en parte, las asignaturas para que duraran todo un curso académico y eso se fue generalizando cada vez más", afirma Medina.

Algunos profesores dicen que no se puede generalizar. El profesor Carles Mata, presidente de la asociación Axia, que agrupa a los directivos de centros públicos de enseñanza secundaria en Cataluña, recalca que "cada instituto decide cómo articular estos créditos".

Rosa Canadell, profesora de secundaria y miembro del sindicato USTEC, afirma que los créditos trimestrales tuvieron efectos más negativos que positivos, sobre todo para los centros que tenían alumnos con más dificultades. "Los créditos variables sirven para poder adaptar y ampliar los contenidos de las materias a la diversidad del alumnado, pero implican una complicación en la organización que hace que se rompa el grupo, que se pierda la continuidad de las asignaturas. Por eso, cada vez se han ido disminuyendo estos créditos y se han implementado otras formas de atención a la diversidad, como pueden ser grupos más flexibles, aulas de acogida, atención individualizada o adaptaciones curriculares", dice Canadell.

Una clase en el instituto Agustí Serra de Sabadell
Una clase en el instituto Agustí Serra de SabadellÓSCAR ESPINOSA

Más evaluaciones

El Informe PISA, que mide los resultados de los alumnos en los países de la OCDE y del que España sale malparado en lectura y matemáticas, ha alertado a los gobernantes sobre la necesidad de tener buenas radiografías de lo que está pasando en las aulas. Aunque la OCDE, que agrupa a los países más desarrollados del mundo, tiene previsto hacer una nueva encuesta en 2006, la Generalitat de Cataluña quiere disponer de más información sobre sus alumnos, profesores y centros.

Para obtener estos datos sobre las capacidades de los alumnos, la Generalitat complementará el año que viene la evaluación de los estudiantes y centros catalanes de secundaria. En 2006 se evaluará la secundaria, en 2007 se pretende evaluar la primaria, en 2008 la Formación Profesional y en 2009, el bachillerato. El hecho de empezar por la secundaria no es casual. La consejera de Educación, Marta Cid, afirma que la secundaria es la etapa "que ha experimentado más cambios sustanciales en los últimos años".

El llamado estudio sociodemográfico y lingüístico se desarrollará a través de una muestra en 50 centros y 1.500 alumnos. El objetivo de la Generalitat es obtener el perfil sociocultural de cada alumno para poder relacionarlo con las pruebas de rendimiento. Para ello se realizarán cuestionarios a los estudiantes. También se evaluará a los mismos 50 centros donde estudian esos alumnos.

Por otro lado, el plan contempla la realización de dos estudios de contexto sociodemográfico y lingüístico, así como de evaluación diagnóstica de los centros.

Otras encuestas a realizar se centrarán en medir cómo evoluciona entre los estudiantes el conocimiento de los valores democráticos y la educación ciudadana de los alumnos; la convivencia escolar y la seguridad.

En ambos apartados se efectuarán encuestas a 240 y 360 alumnos, respectivamente. Otro de los aspectos relevantes de la futura evaluación será la destreza de los alumnos respecto a las nuevas tecnologías de la información. En este apartado está previsto evaluar a 400 profesores de ciencias y matemáticas.

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