_
_
_
_
Reportaje:EXTRA DE NAVIDAD

Hasta la cocina

Y más allá. ¿Cómo llenan los españoles la nevera en las celebraciones? ¿Dónde compran el pavo o los turrones? ¿Son clásicos, o más bien innovadores? Cuatro familias nos adelantan sus comidas de navidad.

Y más allá. ¿Cómo llenan los españoles la nevera en las celebraciones? ¿Dónde compran el pavo o los turrones? ¿Son clásicos, o más bien innovadores? Cuatro familias nos adelantan sus comidas de navidad.

Está la que viene a mesa puesta y ya un poco piripi, y el que se tira toda la tarde preparando la lubina para encima soportar oír que le ha quedado seca. El cuñado que cuenta los mismos chistes malos de siempre y la última novia del primo, que es muy mona y muy prudente, porque casi no abre la boca.

Con la cena de Nochebuena pasa como con las opiniones; que todos tenemos una. Sólo que en esta discusión, las posiciones se aproximan bastante. Los españoles se parecen a la hora de llenar la nevera ese día y el resto de las fechas que aparecen señaladas en el calendario con la C de comilona y la B de bicarbonato. Para empezar, quien más quien menos echa el resto. Unos 175 euros, calcula la Confederación Española de Consumidores y Usuarios, es lo que los españoles gastarán estas navidades en comida por cabeza (física, no de familia). Una cifra más moderada (150 euros) si se pregunta al Instituto Catalán de Consumo (y, por favor, deje el chiste al cuñado). Un 26% más, en cualquier caso, que lo que gastamos en esta partida el resto del año. En parte porque, como no se cansan de repetir las asociaciones de consumidores, ciertos productos navideños -las inevitables angulas, por ejemplo- aumentan hasta en un 40% su precio.

Una percepción compartida por más de la mitad de los encuestados en el estudio Los madrileños y sus gastos en la Navidad, completado por la cámara de comercio de la capital y que brinda una reveladora explicación. "Sólo están calculando que les saldrán más caras, no que esperen mejorarlas".

O sea, que se paga más por exactamente lo mismo. La dichosa ley de la oferta y la demanda, porque parecemos ponernos de acuerdo en comer lo mismo por Navidad. Así se desprende del estudio que cada año edita el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. En esto, el podio queda así: oro a la carne de cerdo, plata a las carnes transformadas (embutidos) y bronce a moluscos y crustáceos. Un ranking que, señala Carmen Fuentes, especialista en estadística del ministerio, hay que matizar. Las carnes figuran tan alto porque ésta es la época de la matanza y los kilos de cerdo se contabilizan aunque no se consumen. Caso distinto es el del marisco, del que tocamos en diciembre a 1,23 kilos por persona. A ojo, unos 24 langostinos grandes matados y consumidos, de los que la mitad son frescos; el 39%, congelados, y el resto, cocidos.

Pero si hay alimentos que reciben mucha mayor atención en Navidad, éstos son los turrones, cuyo consumo se multiplica por 20, y los vinos espumosos, de los que, según el Consejo Regulador del Cava, bebimos unos 53 millones de litros en las navidades de 2004.

Y ya que ha llegado la hora del descorche, sería de justicia brindar por los que hacen la compra de Navidad y ponen la casa. Más del 40% de estos abnegados atienden para llenar el carro a los gustos familiares o a la tradición, según el estudio del ministerio. Y compran en supermercados (34,1%), tiendas tradicionales (27%) y grandes superficies (18%). En lo que todos coinciden es en la comprobación in situ de la creencia extendida de que la campaña de Navidad empieza antes cada año. ¿Un ejemplo? Los folletos que anuncian los turrones y cavas entraron en vigor en la red de hipermercados Alcampo el 11 de noviembre. Que el que no es previsor, es que no quiere.

Al final del todo, ¿qué queda? Un montón de recuerdos, algunos empachos, borracheras e intoxicaciones alimentarias -que afectan a los que no tienen medida, esos a los que las autoridades sanitarias dirigen repetidas advertencias-, y sólo en la ciudad de Madrid y en Nochebuena, 5.500 toneladas de basura (un 69% más que un día normal). Recogidas por los operarios del Ayuntamiento y bajadas a la calle por el hermano pequeño de la familia. Ése sí que no se libra.

01 Familia Mira-Albacete: Cena en casa de los maestros japoneses

Charo Albacete y Javier Mira invitarán a 'sushi' en su casa del barrio de La Latina, en Madrid.

¿Buscan una Nochebuena atípica? Ésta es la suya. Charo y Javier prepararán este año un menú de sushi para Adriana, su hija común; Carmen, madre de él; María, hermana de Javier, y su pareja, Paolo, y Nathalie, una amiga francesa que, lejos de su familia, se deja querer. En la foto falta India, hija del primer matrimonio de Javier, que vive en Málaga y viaja mucho a Australia; su tío Raúl, y "amigos sin plan esa noche, que se apuntarán", dice Charo. Los anfitriones aprendieron este verano en Murcia a cortar el pescado, preparar el arroz, diferenciar el jengibre bueno del malo y todo lo necesario para cocinar a la japonesa. "Lo más divertido está en la preparación. Te tiras toda la tarde, vas probando el sake, y ya sabes…", interviene Javier. Antes de afilar los cuchillos hay que buscar los ingredientes. "Lo más difícil es el toro de atún [equivalente a la ventresca]. Es carísimo, y en Madrid sólo lo encuentras en el mercado de pescado de Antón Martín", explica Charo. Todos son fans del sushi. También María, aunque, como está embarazada, será mejor que le cocinen algo aparte. Con todo, la originalidad de la cena del año pasado parece insuperable. Se declaró un incendio en el piso de al lado (no fue nada) y terminaron a las tres de la madrugada brindando con vino en la calle. "Abuela y nieta haciéndose fotos con los bomberos".

02 familia Naval-Trejo: Despedir el año cocinando por gusto

Javier (de 41 años), Soco (de 40) y sus tres hijas, Violeta (11), Alicia (6) y Carolina (3), preparan la Nochevieja en su casa de Madrid.

En Nochebuena, la anfitriona es su madre, pero de la última cena del año no se libra. Soco recibe en casa por Nochevieja a ocho familiares, aparte de su marido y sus tres hijas, que se sientan a una mesa preparada por las crías, Violeta, Alicia y Carolina. "Les hace mucha ilusión colaborar ese día", dice su madre. "A mí me gusta cocinar, y especialmente esa noche en la que todo el mundo se muestra más agradecido". La compra la hace el día anterior, salvo los productos frescos, para los que espera a la misma mañana del 31. La reparte entre los hipermercados y las tiendas de su barrio, Arroyo del Fresno, al norte de Madrid. "Lo que me da pena es que al ser un vecindario de nueva construcción, no existan mercados tradicionales". Un espectáculo visual en esas fechas, dice. "Al llegar a casa, lo dejo todo preparado. Las cosas del horno, listas para sólo tener que apretar el botón". En el menú están los clásicos ("entremeses, que los mantengo") y las innovaciones: "Para el segundo plato, cada año lo voy cambiando. Es parte de la sorpresa". Los invitados -casi todos venidos de Madrid, salvo su hermano y uno de sus cuñados, que viven en Londres y Melilla- hacen cábalas pensando en qué les esperará. Al acabar la cena, toman una copa de champán y las uvas. "Luego, dispersión". Las niñas, a la cama. "Los que tienen plan, pues de fiesta".

03 Familia Fuentes-Rodríguez: Las tradiciones vuelven a la mesa por Navidad

Anfitriones: Lucinio (69 años) y Vicenta (66). A su casa del barrio del Pilar (Madrid) acuden sus dos hijos con sus familias.

El cordero asado al estilo segoviano se cocina con agua. La versión madrileña, con aceite. Carlos (primero por la derecha), yerno de Lucinio y Vicenta, marido de Pilar (de rojo) y padre de Marcos y Laura, los dos niños en primer término, prefiere el segoviano. Lo que es más, le encanta prepararlo en Nochebuena. Los demás miembros de la familia son madrileños, pero tampoco le llevan la contraria, que no son fechas. Del resto del menú, en el que predominan tradiciones de la ciudad como la lombarda y la sopa de almendras, se encarga Vicenta. De comprarlo y hacerlo. Algo que su nuera Mar (primera por la izquierda, esposa de Mariano, de pie, y madre de Eva, el bebé) no se cansa de alabarle. "Es que Vicenta cocina muy bien", dice una y otra vez. A ir al supermercado también se apunta Lucinio, que, como buen padre de familia, menea la cabeza y se lamenta de que en navidades "uno se gasta la paga del mes y la extraordinaria". "Porque desde el euro ya no calculas", añade Vicenta.

En Nochebuena, ellos dos son los que se llevan el gato al agua en cuanto al reparto de las celebraciones. En Nochevieja, en cambio, Mar y Mariano se llevan a casa de los padres de Mar a su hija Eva, quien, por cierto, el día de Navidad cumple cinco meses.

04 familia Barroso-Huber: Una de pavo relleno de manzana multitudinario

Cerca de 20 familiares celebran la Nochebuena en casa de Francisco, de 50 años, y Ascensión, de 47, en Tres Cantos (Madrid).

Dejar constancia, con nombres y apellidos, de todos los que aparecen en la foto agotaría el espacio. Así que, resumiendo, están los tres hijos de Francisco (quinto por la izquierda) y Ascensión (primera por la derecha), las madres de ambos, dos hermanos y sus parejas y cinco sobrinos. Total: 16 parientes. "Y aún faltan dos de mis hermanas, un cuñado y dos sobrinos", advierte Ascensión, más que resignada a poner la casa porque es la única de la familia con un salón capaz. Semejante reunión requiere una planificación al detalle. Ella se encarga de lo básico: un pavo de "de 8 o 10 kilos" que es encargado en el mercado un par de días antes, recogido esa misma mañana y, bien relleno, asado en un horno, "en el que casi no entra", durante toda la tarde. El resto de los invitados (toda la familia vive en Madrid, salvo Francisco, que, por razones de trabajo, pasa en A Coruña los días entre semana) participan haciendo alguno de los otros platos y, por supuesto, poniendo la parte proporcional de lo que cuesta "la compra general". El clásico a escote, vamos. En lo que no hay mucha democracia es en la elección del menú, que viene dictado por una tradición establecida por el difunto padre de Ascensión. "Era alemán, y por eso, parte de lo que comemos se compone de platos típicos de su país", explica ésta. "Para él, siempre fue el día más importante del año. Así que se pasaba todo el día preparando el pavo o cortando el turrón".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_