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Reportaje:

La irresistible ascensión de Cameron

Apodado 'Tory Blair', el nuevo líder de los conservadores británicos se estrena ofreciendo consenso al primer ministro

El conservador David Cameron se estrenó ayer como líder de los tories con la mano tendida hacia el primer ministro, al que ofreció colaboración y consenso. Apodado Tory Blair por sus semejanzas con el renovador del laborismo, se diferencia de Tony Blair en que ha llegado a la cima de su partido casi de la nada. Pero junto a su número dos, George Osborne, de 34 años, forma una pareja con un gran activo: dan una imagen de renovación que ha convertido en anticuada a la pareja que ha dominado la vida política desde 1994, la formada por Tony Blair y Gordon Brown, de 52 y 54 años, respectivamente.

Cameron ha reafirmado su imagen de pragmático y centrista. A mediodía, en su primer enfrentamiento con Blair en el turno semanal de preguntas en los Comunes, mezcló ingenuidad y sarcasmo al ofrecerle su apoyo en la reforma de la educación, a sabiendas de que el primer ministro puede acabar necesitándole para superar la rebelión que se vislumbra desde la izquierda del laborismo. Luego centró su intervención en la renovación del Protocolo de Kioto. Después se quitó la corbata y se fue al deprimido este de Londres, donde anunció la formación de un grupo para combatir los problemas de "una sociedad rota". Un líder joven, de 39 años, que en su primer día en el cargo habla de educación, de medio ambiente, de justicia social. Ni una sola mención a los asuntos que han ocupado la agenda tory todos estos años: Europa, inmigración, asilo, siempre en negativo.

A primera hora de la tarde repartió más consenso y unidad al anunciar su Gabinete en la sombra. Confirmó a George Osborne como número dos de facto al reafirmarle como responsable del área del Tesoro. Mantuvo en Interior a su rival por el liderazgo, David Davis, desmintiendo los rumores de que le iba a degradar enviándole a Defensa. Puso en ese lugar a otro de sus rivales, el emergente derechista Liam Fox. Convenció a William Hague, líder fracasado tras la derrota electoral de 1997 pero muy respetado, para que se uniera al grupo como portavoz de Exteriores.

Pero al Partido Conservador le queda un largo camino hasta llegar al poder. A diferencia de Blair y Brown, que cogieron las riendas del laborismo en pleno declive tory, Cameron y Osborne se enfrentan a un primer ministro desgastado pero a un partido todavía bien instalado en el poder. Salvo maniobras por sorpresa, a Cameron le quedan tres años y medio hasta las legislativas de 2009, pero cuenta con el inconveniente de que aún no es nadie en la política británica. No se sabe qué sustancia hay detrás de su imagen de feliz padre de familia, educado, centrista y telegénico.

"Cameron no es un ideólogo. Sus posiciones políticas tienden a ser esencialmente pragmáticas. Si se deja llevar más por el pragmatismo que por la ideología, ¿cómo va a afrontar la cuestión más ideológica de todas entre los tories, que es Europa?", se pregunta Richard Whitman, jefe del programa europeo del respetado centro de análisis Chatham House. "Estoy seguro de que su corazón le dice que la posición de los tories sobre Europa no es sensata porque no es pragmática. Pero su cabeza le dice que aún no puede arrastrar al partido consigo en esa cuestión. Va a haber un intento gradual de normalizar la posición sobre la política europea", pronostica.

Patrick Dunleavy, de la London School of Economics, no cree que los tories estén maduros para llegar al poder, pero admite que "Cameron tiene una imagen mucho más centrista que sus predecesores, y eso es bueno para los tories y no muy bueno para los laboristas". Sin embargo, le considera "un parlamentario del montón, ni muy bueno ni muy malo".

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David Cameron.
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