Manel Ollé analiza en un ensayo el despertar de la China actual
"Si tuviera que elegir el rasgo más característico de la China actual, optaría por su dinamismo", afirmó Manel Ollé (Barcelona, 1962) en la presentación de Made in China (Destino), ensayo que analiza el despertar social, político y cultural del gigante asiático. Las contradicciones de la gran potencia en ciernes ocupan buena parte del libro. Entre sus peculiaridades destaca la chocante combinación del comunismo como pétreo patrón político y la aceptación del capitalismo más salvaje en ciertos reductos económicos.
"Es una sociedad hedonista, que menosprecia a los pobres y a la que gusta exhibir con descaro su riqueza. Es una costumbre que promovió el mismísimo Deng Xiaoping con su famosa máxima de 'enriquecerse es glorioso'. Tienen muy asumido el concepto de vergüenza pública, pero desconocen la culpa. Lo peor que se le puede hacer a un chino es humillarlo públicamente", dijo el ensayista y profesor de Estudios de Asia Oriental en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.
No obstante, la bonanza económica alcanza a muy pocos afortunados: las desigualdades que separan la calidad de vida de las élites urbanas y los campesinos son brutales. "El ensayo refleja un proceso lleno de incertidumbres. Gran parte del país vive todavía en el Tercer Mundo, sobre todo la gente que habita en zonas rurales", afirma. Otra paradoja: el afán de modernidad de los urbanitas convive con rémoras milenarias. "Todavía perviven herencias del pasado algo asfixiantes, como la concepción del poder". La pena de muerte es la consecuencia más trágica de esta polaridad. "Los mandamases dan una gran publicidad a las ejecuciones. Se practican en estadios para recordar que existe una autoridad fuerte".
Autocensura
El atraso tecnológico y la corrupción son dos de los problemas acuciantes de China que el autor menciona en el libro. Sus páginas están, además, plagadas de curiosidades. Por ejemplo, Ollé explica que los inmigrantes chinos afincados en España provienen de Qingtian, una población de 100.000 habitantes cercana a una ciudad portuaria llamada Wenzhou.
Los últimos capítulos del ensayo se consagran a un detallista análisis de la cultura china contemporánea. "Desde los años ochenta del pasado siglo, existe cierta apertura cultural. Se puede publicar casi de todo, mientras no se ponga en cuestión el poder del Estado. Eso sí, cada cierto tiempo se hacen campañas contra la polución espiritual y para promover el patriotismo. Sin embargo, el mecanismo básico de control es la autocensura, aunque no se debe olvidar que China es el país con más periodistas encarcelados".
La pujanza del cine asiático, el embate de una literatura china que empieza a despertar interés internacional -como quedó demostrado con la concesión del Nobel a Gao Xingjian-, la fiebre social por los culebrones y el karaoke o el impacto de Internet en las costumbres son otros de los temas tratados por el autor.
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