Las alternativas al tren que iba al aeropuerto duplican la duración del viaje
El autobús no lleva a los pasajeros hasta las terminales
Los medios de transporte alternativos a la línea de cercanías que hasta el sábado enlazaba las estaciones de plaza de Catalunya y Sants, en Barcelona, con el aeropuerto de El Prat duplican la duración del viaje. Lo que antes se hacía en 25 minutos ahora puede llegar a suponer una hora de trayecto. Y con un sinfín de transbordos, un mínimo de tres, con el equipaje encima y una buena dosis de paciencia.
Ir de la estación de plaza de Catalunya de Barcelona al aeropuerto de El Prat es desde el domingo una odisea, aunque menos divertida que la de Ulises. La razón: las obras del AVE, ya que los trenes de cercanías que iban al aeropuerto sólo pueden llegar hasta El Prat. La línea que iba desde Sants hasta el aeropuerto ha quedado cortada en El Prat, de modo que el usuario debe apearse en esta estación y subir a un tren lanzadera que le lleve desde el centro de El Prat hasta relativamente cerca de las terminales.Esta situación se prolongará al menos durante el próximo año y medio, como mínimo y perjudica, sobre todo, a los trabajadores de las instalaciones aeroportuarias.
Renfe ofrece una alternativa a los transbordos en tren. Un autobús enlaza cada media hora la estación de Sants con el aeropuerto y tarda unos 20 minutos si no hay problemas de tráfico, aproximadamente los mismos que empleaba el tren de cercanías, aunque éste tenía garantizado que no habría atascos. El recorrido lo cubren viejos vehículos de TMB, que no están preparados para llevar pasajeros con maletas ni para realizar trayectos por vías rápidas como la que va desde la plaza de Espanya al aeropuerto. El equipaje tiene que quedarse en el pasillo, sobre las rodillas o bajo los pies. La capacidad tampoco es la misma: en un autobús cabe menos de una cuarta parte de pasajeros que en un tren.Además, el autobús tampoco va hasta las terminales, como suple al tren, Renfe ha decidido que sólo llegue hasta la estación que hay en el aeropuerto. Allí, el pasajero tendrá que tomar otro autobús hasta las terminales, porque el acceso a pie está cortado por obras en la pasarela que une la estación con la zona de embarque.
Renfe ha tomado algunas medidas para aumentar las facilidades de quienes, a pesar de todo, decidan tomar el autobús en vez de un taxi o de un autobús privado más caro: el conductor no está autorizado a vender billetes. El usuario tiene que ir hasta una máquina expendedora y comprarlo, a no ser que disponga de una tarjeta de abono o proceda de un tren que llega a Sants desde alguna parte, en cuyo caso no debe volver a pagar.
El pasajero que quiera ir en tren al aeropuerto, además de necesitar el doble del tiempo que antes, tendrá que acarrear las maletas en El Prat bajo la vía porque no hay otro paso. No hay ascensores, las escaleras no son mecánicas y el espacio de los andenes resulta más bien escaso. El autobús que hace el trayecto de la estación a la terminal realiza sólo una parada en el centro, de modo que el viajero que vaya a las terminales A o C (puente aéreo) deberá recorrer con las maletas un buen trecho a pie, llueva, nieve o haga sol.
Los billetes de Sants al aeropuerto tienen dos precios. El usuario que lo compre en una máquina de Renfe pagará 2,60 euros por el viaje de sólo ida. Ese mismo viajero pagará 0,63 céntimos si utiliza una tarjeta T-10, que cuesta 6,30 euros y da derecho a 10 viajes. Si opta por comprar el billete sencillo de la Autoridad del Transporte (ATM), el precio es de 1,15 euros. Para Renfe el aeropuerto está tan lejos como Terrassa, Sant Sadurní d'Anoia o La Garriga. La ATM, en cambio, mide las distancias reales y cobra por el trayecto mínimo.
La información que Renfe ha dispuesto en Sants o en la plaza de Catalunya es abundante y clara. En el aeropuerto, en cambio, ayer por la tarde no había folletos. Hasta seis empleados informaban al usuario de los cambios.
Los empleados de AENA en el aeropuerto conocían las medidas y el punto de información situado en la terminal B daba cuenta completa a quien se la solicitara. Pero había que desplazarse hasta el mostrador. En cambio, los agentes de seguridad privada y policías nacionales, a los que los viajeros abordan espontáneamente, no disponían de la misma información. Alguno de ellos, quizás en su calidad de usuario, podía dar una respuesta adecuada, pero otros carecían de ella.
El panel informativo de la terminal B del aeropuerto seguía ayer sin actualizar los datos y por la tarde aún informaba de que para ir al centro de la ciudad, hay dos alternativas, el aerobús y Renfe. Pero sus horarios y el trayecto, según el panel de AENA, siguen siendo los mismos que ya no operan: un tren al centro cada 30 minutos. El portavoz del aeropuerto rechazó comentar estos hechos porque, dijo, no son de su incumbencia.
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