Pasión por el coche personal
El Barcelona Tuning Show muestra hasta hoy en Montjuïc las últimas tendencias en la transformación de vehículos
La oleada de los coches personalizados ha llegado de nuevo a Barcelona. Un minicasino con ruedas, un Citroën C2 que cuesta como un Ferrari y un Peugeot 306 con apariencia de aspiradora son algunas de las estrellas de la segunda edición del Barcelona Tuning Show, una feria que está abierta desde el pasado viernes hasta hoy en el recinto ferial de Montjuïc en Barcelona.
El tuning es personalizar el vehículo hasta límites insospechables. Todo comenzó en Estados Unidos después de la II Guerra Mundial. Para diferenciarse del resto de conductores, se comienza por cambiar faros y llantas y se acaba por ensanchar el automóvil, poner puertas con apertura de alas de mariposa, tapicerías, pintura, a veces con extremos colores y dibujos, y accesorios de todo tipo, desde los cambios de marcha hasta cámaras-retrovisor para aparcar. Sin olvidar los potentes equipos multimedia, con altavoces a veces mayores que una rueda y que pueden superar los miles de vatios. Como mínimo, hay que gastar 3.000 euros.
El último grito en la personalización de coches es imprimir un aire de dejadez
El año pasado, el Barcelona Tuning Show arrastró a 70.000 personas, cifra que los organizadores esperan superar ahora. Este salón no es el Shema Show de Las Vegas, el mayor del mundo, ni se parece a los europeos, más serios: "Aquí hemos optado por la animación", explica Aleix Planas, codirector del salón.
Se calcula que en España existen 200.000 vehículos tuneados, el 1% del parque móvil, explica Aleix Planas. Muchos llevan los faros y las llantas a gusto del cliente, pero hoy día se tunea de todo: desde un coche hasta una motocicleta, el todoterreno y... hasta un camión.
Laboralmente, el tuning ocupa a unas 8.000 personas, de distribuidores a preparadores de vehículos. Cataluña es una de las comunidades donde el fenómeno ha ganado más adeptos, explica Planas. La feria acoge a 10 clubes tuning, de los casi 700 que existen en España. Los clubes son grupos de jóvenes que comparten su afición y viajan a concursos.
Normalmente, el coche tuneado va cambiando con el tiempo. Se hace paso a paso, aunque algunos aficionados lo llevan corriendo a un preparador nada más sacarlo del concesionario. Muchos tuners venden su coche para comprar otro y comenzar el proceso de nuevo. David, de 29 años, ya no. Su Peugeot 206 con cuatro años está a la venta. "Piensa dejar el mundillo y se quiere comprar un Golf", asegura su agente, Óscar Hidalgo, experto rotulista de vehículos que, entre otras tareas, tunea los autobuses de Transportes Metropolitanos de Barcelona con pegatinas gigantes. Hidalgo trabaja, mientras habla, en un todoterreno verde que está convirtiendo, por obra de pegatinas, en una especie de cebra con ruedas. "Cuando mi cliente, que participa en carreras de montaña, vuelva de viaje, va a alucinarse; será la envidia de sus amigos", explica.
Al igual que la moda en la confección, la personalización de vehículos no escapa a las tendencias. Si el último año causaron furor las pinturas tribales y los colores fosforescentes, ya se comienzan a ver los colores mates y óxidos y, en los casos más extremos, las carrocerías con la chapa vista; es decir, sin pintura.
El estilo low rider, originario de Estados Unidos, tiene muchos seguidores: se usan carrocerías muy bajas con suspensión hidráulica, que permiten que el coche salte a voluntad del conductor, llantas radiales y colores suaves combinados con motivos étnicos o religiosos. España tiene su propia línea, el estilo racing Spain; se reconoce por las carrocerías de gran tamaño. La línea rat también entra con fuerza: son colores mates y efecto óxido que dan al auto un aire de dejadez.
El salón ofrece múltiples actividades, entre las que destaca la exposición Top 100, y reúne a los 100 mejores coches tuning del país. En las transformaciones extremas destaca el caso del Citroën C2 traído desde el Reino Unido y que está valorado en ¡160.000 euros! En el concurso Pro Show preparadores profesionales nacionales e internacionales compiten con su coche para optar a un premio de 12.000 euros. Como un todoterreno Hammer H2 (tunearlo ha costado 100.000 euros) y el Seat Ibiza Casino, transformado por Amalio, un preparador de 28 años que lleva 10 en la personalización de vehículos. En el maletero lleva una ruleta, los asientos son taburetes, el cambio de marchas es un dado y las guanteras, una máquina tragaperras... sin monedas. "La encontré en un desguace a 500 metros de casa, donde Cirsa se desprende de sus máquinas", afirma Amalio.
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