Galaroza se convierte en Nazaret

Galaroza, pueblo de 1.700 habitantes en pleno corazón de la sierra de Huelva, transforma por estas fechas la ermita de Santa Brígida, en un portal de belén viviente. Los vecinos se hallan inmersos en los últimos retoques. El Belén se abrirá al público mañana domingo por cuarto año consecutivo.

Para el papel de San José se ha ofrecido voluntario el presidente de la Hermandad de la Virgen del Carmen, Félix González. La Virgen María es Josefa Tristancho, un mujer del pueblo y el niño Jesús es un bebe de la localidad. La idea surgió en 2001 en el transcurso de la celebración del 450 aniversario de la independencia de Galaroza como villa de Aracena. "Propusimos al Ayuntamiento montar un belén viviente y nos dio vía libre", explicó María Ángeles Carranza, una de las organizadoras. En los preparativos tiene también un papel crucial Martín Martín Martín, otro de los promotores de la iniciativa. La entrada al belén cuesta dos euros.

El belén se extiende también a los alrededores de la ermita, emplazada en la cumbre de un cerro que domina la localidad, donde se recrea el ambiente que pudo existir en el nacimiento de Jesús. Las escenas comienzan a los pies del camino que conduce hacia la cumbre. "Una vez que llegas a la entrada puedes encontrar al zapatero atareado con el esparto, al agricultor arando con mulos, al herrero con su fragua, a la señora en el corral con las gallinas o asando castañas o lavando en el río", señaló María Ángeles Carranza.

El camino lleva hasta un puente de madera sobre un río que divide ese espacio en dos partes. A un lado quedan dispuestas las chozas de los campesinos y a otro, los agricultores que recogen aceitunas. Arriba, sobre una llanura, se abre el mercado. "Esta es una de las zonas más dinámicas. Hay comerciantes de telas, puestos de frutas, mujeres que hacen buñuelos o que tejen, entre otras actividades", destacó Carranza. En ese lugar se encuentra la taberna en la que se puede beber mosto de la sierra. "Este espacio gusta mucho a los turistas que salen encantados cuando prueban los caldos", dijo Carranza.

El belén integra al visitante en su interior. "Todo lo que contiene es natural. Si te acercas a la mujer que prepara migas, puedes probarlas y de igual manera los buñuelos y las castañas", precisó. "Nuestro objetivo es ofrecer una visión lo más fiel posible al ambiente que pudo haber en aquella época. Para ello cuidamos mucho los detalles". Carranza destacó que han estudiado la época en la que nació Jesucristo para recrearla "tal como fue". "Los personajes visten túnicas y las mujeres no llevan alhajas, porque en esa época no había ese tipo de adornos", concluyó.