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Tribuna:COYUNTURA NACIONAL
Tribuna
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Rasgos positivos

La economía española continúa acelerando el paso. El PIB aumentó un 3,5% en el tercer trimestre en términos interanuales, una décima más que en el trimestre anterior. La tasa intertrimestral (0,8%, o 3,3% en términos anualizados, como hacen en EE UU) repitió la misma cifra del segundo trimestre. En realidad, ésta sería la cifra más representativa para referirse a los resultados de la economía española en el tercer trimestre del año, pues la tasa interanual no nos dice cuánto crece el PIB en un trimestre, sino cuánto ha crecido a lo largo de los últimos cuatro trimestres. Por eso, la frase con que he arrancado la columna no sería del todo correcta si la aplicáramos sólo al último trimestre conocido. Lo que sucede es que las tasas trimestrales son bastante volátiles y sujetas a revisiones importantes, sobre todo cuando empezamos a desagregar el PIB por componentes, es decir, que no son unos indicadores robustos para sacar conclusiones más o menos fiables de la tendencia de la economía, por lo que los analistas preferimos utilizar las tasas interanuales, menos sujetas a estos problemas. Pero se utilicen unas tasas u otras, la conclusión es casi la misma: la economía española mantiene una velocidad de crucero en torno al 3,5% anual.

La economía española mantiene una velocidad de crucero en torno al 3,5% anual

Como se ve en el gráfico izquierdo, este crecimiento es prácticamente el mismo que el de EE UU, y supera en dos puntos a la media de la zona del euro. Todo esto debería hacernos sentir bien a los españoles, pero siendo mínimamente exigentes, tampoco debería hacernos caer en la complacencia, pues, en función del contexto monetario, del fuerte flujo de inmigrantes y del enorme efecto riqueza de los últimos años, cabría esperar que la economía española creciera aún más. Por ejemplo, si las exportaciones no perdieran cuota de mercado y crecieran en línea con el comercio internacional, el PIB español podría avanzar en torno a un punto porcentual más. En buena medida, aunque no en toda, éste es el precio de la pérdida de competitividad y, sobre todo, de la falta de modernización de las estructuras productivas. En definitiva, nos encontramos ante una economía dual, con unos sectores productores de bienes y servicios no comerciables internacionalmente (construcción y la mayor parte de los servicios) que tiran fuerte, como corresponde a ese contexto señalado, y otros sectores productores de bienes comerciables prácticamente estancados. La gran pregunta que venimos haciéndonos desde hace tiempo es cuánto puede durar este patrón, y la verdad es que está durando más de lo que augurábamos la mayoría de los analistas.

Hablando de sostenibilidad, en este trimestre se vislumbran algunos rasgos positivos, todavía muy incipientes, que es por donde debería encaminarse nuestra economía para no ampliar más los ya elevados desequilibrios de inflación y déficit. El consumo empieza a desacelerarse (véase el gráfico central), lo cual no es motivo de preocupación sino de todo lo contrario, pues no es sostenible que siga manteniendo un crecimiento superior en varios puntos al de la renta disponible de los hogares. Además, ello apenas afecta al crecimiento del PIB y sí a las importaciones, que se desaceleran. También se desacelera la inversión en equipo, pero eso es normal tras el fuerte tirón del último año. Y las exportaciones muestran una tímida recuperación, todo lo cual conduce a una aportación del sector exterior al crecimiento del PIB algo menos negativa. Ojalá que esto sea el inicio de una nueva senda más sostenible a largo plazo.

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).

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