Cómo pedir un aumento de sueldo
Es una oportunidad importante que puede desaprovecharse si no se elige el momento adecuado o se solicita de forma incorrecta. Ser directos, esgrimir argumentos estrictamente profesionales y establecer una cita clara para hablar del asunto son los primeros pasos a seguir.
Se acerca el mes de diciembre, y, con él, la época en que muchas personas recibirán la evaluación anual de su trabajo: qué mejoras ha logrado, qué objetivos se consiguieron, cuáles no pudieron ser alcanzados Es en estos momentos cuando gran parte de los trabajadores que desempeñan su labor en empresas que así lo tienen establecido, negocian su aumento de sueldo para el año siguiente. Probablemente, uno de los momentos más esperados del año y también uno de los momentos clave.
Cada una de las dos partes, trabajador y empresa, tendrán objetivos que no siempre estarán alineados. Si un trabajador se sienta ante su jefe para exigir un aumento cinco puntos superior al que desea darle ¿quién deberá ceder? Serán momentos en que, sin duda, cada uno expondrá sus argumentos y en los que se hablará abiertamente de las cosas que van y no van bien. Para muchas personas es un momento tenso y no son menos las que solicitan consejo a compañeros, amigos y familiares. La pregunta habitual es: ¿cómo lo planteo?
Se presentan, a continuación, unos consejos básicos para gestionar de una forma profesional, legítima y ordenada el ansiado aumento.
El momento adecuado. Uno de los aspectos más importantes es identificar el momento adecuado para solicitar el aumento. En este sentido, hay que tener en cuenta dos ciclos independientes: el ciclo económico de la empresa y el ciclo profesional del trabajador. El primero hace referencia a las épocas en que las empresas realizan sus presupuestos anuales. Negociar el salario con el presupuesto cerrado es casi un fracaso asegurado. ¿Por qué? Pues porque los directivos ya se han comprometido con un presupuesto y difícilmente van a transigir con nuevas condiciones que dificulten lo que ya han acordado con sus superiores. Por ciclo profesional entendemos todos aquellos momentos en que la evolución del trabajador justifica un aumento de sus retribuciones: un aumento de responsabilidades, un ascenso de categoría, o una aportación importante que, objetivamente, pueda ser demostrada. Negociar el sueldo coincidiendo con este momento es esencial, pues los argumentos a favor del trabajador siempre serán reconocidos por la empresa. Adicionalmente, si es posible hacer coincidir en el tiempo el cambio de ciclo profesional con el momento previo a la realización de presupuestos anuales, las probabilidades de éxito son mucho mayores.
¿Cómo pedir el aumento? Es importante no jugar al escondite con estos temas. Lo más recomendable es pedir hora con antelación con la persona o personas de la organización que realmente decidirán sobre su salario. Muchos se encuentran con que su superior inmediato no es la "persona que decide", con lo que a menudo se solicita un aumento de sueldo a un directivo intermedio, que habitualmente responde: "Haré lo que pueda, pero ya sabes que no depende de mí". Esta respuesta no es de recibo. Si no es posible conceder todo el aumento que el trabajador espera o solicita, debe procederse a una argumentación convincente. Será porque la empresa atraviesa años difíciles, porque su solicitud está por encima de la política salarial de la compañía o porque las habilidades del trabajador están por debajo de lo que solicita será por lo que será, pero el trabajador tiene todo el derecho del mundo a saberlo. Disponer de esa información es beneficioso para todos. No hay peor incomprensión que la de aquel a quien ni siquiera se ha dado la opción de poder comprender. Por tanto, si el mando intermedio no decide, el trabajador tiene derecho y debe dialogar con quien sí decide o, en su caso, con ambos al mismo tiempo.
La reunión de negociación. Esta reunión debe tenerse en un momento distendido y sin premuras de tiempo. Hay que evitar a toda costa abordar este tema en una conversación informal de pasillo o en la máquina del café. Son momentos en que se ve al jefe más relajado y se cae en la tentación de plantearle entonces la cuestión. Gran error. La reunión debe ser en persona, sentados en un despacho. Tampoco se recomienda el clásico: "Cuando tenga un momento quisiera hablar con usted". No. La frase pertinente es: "Me gustaría hablar sobre mi retribución con tiempo suficiente. ¿Cuándo podríamos vernos?". Esto es clave porque así también el superior tiene tiempo de preparar la reunión y ésta será más equilibrada para ambas partes. Cuando se intenta tomar al jefe por sorpresa, éste se cierra en banda y se limitará a ganar tiempo para darle una respuesta. En estos casos el trabajador sale de la reunión con la sensación de haber mantenido un monólogo y con la sospecha de que sus peticiones van a caer en saco roto: "No ha respondido nada, se ha limitado a escuchar y me ha dicho que ya me dirá algo". El pretendido factor sorpresa para lograr el aumento se termina volviendo, así, en contra del propio trabajador.
Otra recomendación, sobre todo para aquellos que se ponen nerviosos en estas difíciles y poco habituales reuniones, es llevar los temas a abordar bien anotados: si es preciso, con una lista escrita de la que pueda hacer uso sin rubor en la reunión. Incluso es recomendable enviar esta lista al superior con anterioridad. La sesión será mucho más fructífera y se establecerá un verdadero diálogo productivo.
¿Cuánto pedir? He aquí uno de los puntos cruciales. Varios consejos: primero, conocer la política salarial de la empresa en cada una de sus categorías. Eso permitirá solicitar una cantidad razonable, argumentable en términos porcentuales, así como absolutos.
Un frecuente error es esgrimir argumentos relacionados con la vida personal para justificar el aumento: "es que ahora ya vivo solo", "es que con un niño los gastos se han disparado ". Este tipo de argumentos no son adecuados, ya que las empresas, guste o no, se rigen por criterios de mercado. Es el trabajo lo que justifica el aumento, no la situación personal.
Otro tema en el que se incurre mucho y conviene evitar a la hora del cuánto es el de compararse con los compañeros de trabajo. Nunca, bajo ningún concepto, es bueno recurrir a estos argumentos. Las comparaciones son odiosas, y aquí más que nunca. Cuando se negocia mediante comparaciones suelen ser dos los que salen perdiendo Además, no es a nosotros a quienes corresponde determinar la adecuada o inadecuada cuantía de lo que cobra el otro.
Lo que sí es recomendable, a la hora de decidir el incremento de sueldo a solicitar, es informarse acerca de cuáles son los salarios medios del sector en puestos y responsabilidades similares a los que uno ocupa. A tales efectos existen estudios sectoriales, muchos de ellos públicos, que ofrecen esta información, pero sólo se debe utilizar para cotejar cuál es nuestro valor en el mercado laboral, no para esgrimirlos como argumento de negociación. Finalmente, no olvide que si la empresa pasa un mal momento económico o está acometiendo muchas inversiones, puede recurrirse a contraprestaciones no económicas no sujetas a cargas sociales y que, además, son gasto deducible.
Lo que conviene evitar
Presionar con una posible dimisión. Es tensar demasiado la cuerda y supone una actitud que no gusta al empleador. Este tipo de amenazas genera desconfianza mutua en la relación laboral.
Presionar con otra oferta. Si ya se tiene una oferta mejor y con un buen aumento se quedaría en la empresa actual, debe sencillamente solicitarla, negociar y aguardar al resultado. Después, con ambas ofertas en la mano, podrá tomar su decisión de forma reflexiva.
Mostrarse enfurruñado. El derecho al pataleo no produce rentabilidad en las relaciones laborales. Es suficiente con manifestar de forma educada y tranquila la propia opinión. Además, su demanda salarial será mucho más creíble y mejor recibida.
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