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Reportaje:

Pive Amador viaja de Jerez a Nueva York

El compositor y productor recorre en un libro 27 ciudades marcadas por la música

Nueva Orleans, La Habana, Cádiz, París o Nashville comparten su pertenencia a una geografía musical llena de magia. Son ciudades que albergaron el nacimiento de melodías y ritmos que trascendieron su lugar de origen y se extendieron por el mundo. El músico y productor José Amador Gemio (Pive Amador), acaba de publicar en la Fundación José Manuel Lara el libro De Jerez a Nueva York, que recorre la historia de los géneros musicales a través de las ciudades en las que nacieron.

Pive Amador entró en el mundo de la música hace 25 años y ha tocado todos los palos en este ámbito: compositor, músico, batería, productor discográfico... No es, pues, un mero degustador de cultura musical. De ahí que su libro tenga el pálpito de lo vivido. De Jerez a Nueva York, que lleva por subtítulo Una historia de la música popular, recorre 27 ciudades alumbradoras de géneros musicales y marcadas todas ellas por un año en que el arte se hizo realidad. "Todas las músicas son mestizas. Al final, terminamos yendo a determinados lugares para sacar sus partidas de nacimiento", señala Amador.

Cada una de las ciudades aporta a la historia de la música su matiz especial

El autor del libro dedica un interés especial a las ciudades andaluzas y al flamenco, el arte musical andaluz por excelencia. "Hay cuatro ciudades andaluzas de las 27 del mundo occidental. En el fondo es un libro de texto", afirma. "Muchas veces, acontecimientos históricos e inventos tecnológicos han sido determinantes en la música. El country no existiría sin la radio. Y Nashville es conocido por el country", agrega.

Cada ciudad aporta a la historia de la música su matiz especial. Y cada ciudad tiene un año que fue decisivo para que el arte adquiriera unos perfiles destinados a pervivir.

Jerez de la Frontera, como cuna del flamenco, y 1749, su año mágico por excelencia, aportan el primero de los capítulos de la obra. A Jerez le siguen por este orden: Nueva Orleans (1817) y el jazz; Lisboa (1821) y el fado; Nápoles (1835) y la canción napolitana; Salvador de Bahía (1838) y "el samba", tal y como recalca Pive Amador; Sevilla (1842) y la edad de oro del flamenco; Madrid (1850) y el chotis; Viena (1867) y el vals; Buenos Aires (1880) y el tango; Santiago de Cuba (1883) y el bolero; Cádiz (1890) y su florecimiento flamenco; París (1900) y su función como fuente de consagración mundial de los estilos musicales surgidos en el siglo XIX; La Habana (1909) y la llegada a la capital cubana del son y el bolero; Memphis (1914) y el blues; Chicago (1917) y su protagonismo en el desarrollo del blues eléctrico y el rock and roll; Granada (1922) y el alhambrismo; Nashville (1925) y el country; Barcelona (1945) y la rumba catalana y la nova canço; Río de Janeiro (1956) y la bossa nova; Liverpool (1957) y la irrupción de Los Beatles; Detroit (1959) y el sello musical Motown; Los Ángeles (1961) y los intérpretes de surf; Londres (1964) y el swinging London; San Francisco (1967) y el rock psicodélico; Kingston (1968) y el reggae; Filadelfia (1971) y el llamado sonido Filadelfia; y Nueva York (1975) y el rap.

El libro es fundamentalmente divulgativo. Está escrito en un estilo claro. El volumen contiene, sobre todo, mucha información. Huyan de esta obra exquisitos de cualquier género musical que nieguen al resto de los aficionados con el desdén del aristócrata fin de raza. "Hay mucha gente a la que le gusta el jazz y sólo el jazz. O a la que le gusta el flamenco y sólo el flamenco. Ésos no son aficionados a la música. Son maniáticos", comenta Pive Amador. Su libro no está escrito para ellos, sino para todas las personas que aman la música en su riqueza plural y que tienen unos imparables deseos de aprender.

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