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Columna
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Zaplana y la prensa

Produce cierta hilaridad escuchar o leer las declaraciones de Zaplana. Ha dicho, por ejemplo, que "la calidad de nuestra democracia está cayendo en picado". ¿Se referiría a su nombramiento como alcalde de Benidorm, gracias al soborno de una concejal socialista para que se convirtiese en tránsfuga? En aquel momento y lugar, sí que cayó en picado la democracia. El pasado miércoles, el portavoz del PP en el Congreso, denunciaba "los ataques que se están realizando contra la prensa desde el Ejecutivo". Y añadía: "Por no gustar lo que dicen se les llama sembradores de odio, bazofia informativa, amorales, caverna mediática, o mentirosos". Comprendo a Zaplana. Él tiene otros métodos para intentar acallar a los periodistas "por no gustarle lo que dicen de él". A los medios, privándolos de la publicidad institucional, como hacía cuando presidía la Generalitat. Fue condenado judicialmente. O recurrir a terceras personas para que intercedan, ante el medio que él considera excesivamente crítico, con el fin de que rebaje su tono. Soy testigo de excepción. A los cuatro meses de haber accedido a la presidencia, vino a Madrid a entrevistarse conmigo para que consiguiese del director del diario Levante, de Valencia, un mejor trato a su figura política. Y apelaba a mi condición de liberal, con Joaquín Garrigues, durante la transición, y él militaba en las Juventudes Liberales. Naturalmente, me negué en rotundo. Otro recurso que utiliza Zaplana, es llamar al medio para exigir que no se publique un artículo sobre él, que no le gusta. También soy testigo, y afectado. Dos veces se dirigió a OTR para que no publicasen sendos artículos míos en que le citaba: la primera, consiguió su objetivo. La segunda logró, además, que OTR me despidiese como colaborador, después de más de cinco años en la agencia. Pero Zaplana no se puede quejar. Cuenta con el entusiasta respaldo mediático del sindicato de los "federicos", que predican amparados por la Iglesia e inspirados por todos los santos. Para acceder al poder en 1996, el PP contó con el sindicato del "crimen". Ahora con los "federicos".

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