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Entrevista:FÁTIMA CANCA | Comerciante | DÍA INTERNACIONAL CONTRA LA VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES

"El cuchillo no me mató, pero me mató la confianza"

Fátima Canca vive en Jerez (Cádiz). Tiene 39 años y se llevó 10 conviviendo con su pareja de hecho. Fue hace cuatro cuando tomó fuerzas para irse, para poner fin a una década de silencios, chantaje, control, amenazas y sufrimiento. Había tomado la determinación días antes, mientras se hacía la dormida con un cuchillo dejado por él sobre la mesa de noche. El mismo que le había puesto en el cuello antes de acostarse.

"La situación se había agravado desde que me quedé embarazada. Era como si tuviera celos de nuestro hijo", recuerda. Había aguantado mucho bajo esa premisa impuesta de que "la cuchara que elegiste, es la que tienes que usar siempre para comer". Él la anuló, la aisló de su entorno, le fue restando las ilusiones. El nacimiento de su bebé le hizo reaccionar. "Yo había aceptado para mí aquella existencia monótona y gris pero me di cuenta de que eso no lo quería para mi hijo". Su pequeño tiene ahora cuatro años.

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Fátima se separó en 2001, antes de que llegara la Ley Integral Contra la Violencia de Género. Su pareja le había dicho muchas veces que, sin él, ella no era nadie. Le había amenazado con quitárselo todo. Y, al principio, lo consiguió. Se quedó con el negocio donde ambos trabajaban y con la casa. La justicia tardó año y medio en devolverles la vivienda. A ella y a su hijo. Tras la separación, siguieron los insultos y las amenazas. Él está pendientes de varias causas judiciales pero ha desaparecido. Alguien le ha dicho a Fátima que se ha podido marchar al extranjero. Ha tratado de eliminar el miedo, pero algo sigue. Si se toma algo en un bar, nunca se sienta de espaldas a la calle. "El cuchillo no me mató pero me mató la confianza".

Fátima ya no se siente una mujer maltratada. "Dejas de serlo cuando tomas la rienda de tu vida". Y ha ido ganando batallas. El carné de conducir. Clases de informática. "Él me decía que eso no me servía para nada". Ha conseguido trabajo y da la cara por mujeres que han sufrido como ella. Las llama compañeras. Se siente "afortunada". Porque ha podido apartar de la violencia a su hijo.

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