Sánchez Piñol hace tragar a los colonizadores su propia medicina

Después del éxito de su primera novela, La piel fría (Edhasa), que se convirtió rápidamente en un best-seller y ha sido ya traducida a 27 idiomas, el escritor y antropólogo Albert Sánchez Piñol (Barcelona, 1965) publica ahora Pandora en el Congo (Suma de Letras), que muestra el peor rostro de la colonización. Ayer presentó en Bilbao esta novela construida como un entramado de historias y con un final "sorprendente".

Amparado en su convencimiento de que en la literatura "uno se puede inventar lo que quiera", Sánchez Piñol crea en esta ocasión una civilización desconocida, que ha permanecido oculta bajo tierra durante milenios y que sale a la luz a comienzos del siglo XX: los tecton. Estos seres, también humanos, son aún más blancos que los europeos blancos. Dos exploradores británicos son quienes les descubren en las entrañas del Congo al buscar oro.

Pero, antes de todo esto, la historia de los exploradores comienza, cómo no, en Gran Bretaña. Y antes aún, su historia es la que narra un preso a un escritor. Pero, antes, este escritor también muestra su propia historia, la de un negro, que escribe en la sombra lo que otros firman. Y es que la novela de Sánchez Piñol está llena de capas, un entramado narrativo que va llevando al lector a un desenlace sorprendente y que proporciona otra visión de lo leído hasta el momento. "Es un final que no se puede desvelar y que da una segunda lectura de la novela", indica el autor. "La historia africana es una subhistoria dentro de la novela; la principal es la del escritor que recuerda 60 años después cómo escribió la novela", aclara.

Sin embargo, es la subhistoria africana la que impacta en el lector al ponerle delante un espejo con lo peor del ser humano. Los dos exploradores que viajan por el centro de África cometen "todas las barbaridades típicamente coloniales", afirma Sánchez Piñol. Cuando se encuentran con la nueva civilización se abre la caja de Pandora del título. "Cuando estos tecton llegan a la superficie de la tierra, les aplican a los exploradores el mismo proceso colonial que los europeos a África. Primero les aparecen los misioneros tecton, luego los mercaderes y finalmente los militares, que toman posesión del terreno. Las tornas se invierten. Pero ese elemento fantástico sigue una lógica. Esos personajes que han ido hasta el centro del horror, ¿qué es lo que encuentran allí? Una radiografía de lo peor de nosotros mismos, de lo peor de Occidente", explica el escritor.

La profesión de antropólogo de Sánchez Piñol está siempre presente. Asegura que, aunque su novela se enmarca dentro del género de aventuras, "el que quiera buscar otra cosa, la va a encontrar". ¿Qué otra cosa? "Resumiendo, aunque sea muy difícil, podríamos decir que las teorías posmodernas de la antropología están en la novela", dice. Y añade: "Pandora en el Congo es una reflexión sobre cómo creamos imaginarios".

Sánchez Piñol habla con entusiasmo de su proceso creador, que se basa en una labor preparatoria muy intensa. "Yo cuando me lo paso bomba no es cuando escribo, que también, sino cuando pienso la novela. A pesar de lo que diga cualquier literato posmoderno, uno consigue las máximas emociones en el lector si aplica el máximo de técnica literaria. El armazón, el mapa sobre el que luego se narra, es fundamental", afirma.