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BIOLOGÍA | Conmemoración del centenario de Severo Ochoa

Los jóvenes mantienen el impulso de la biomedicina

Clemente Álvarez

Cómo evitar que la peligrosa bacteria de la tuberculosis sea resistente a los antibióticos? El investigador Santiago Ramón, de 27 años, busca respuestas a esta cuestión desde el departamento de Microbiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza. Es uno de los 100 jóvenes científicos, menores de 30 años, que presentaron la semana pasada su trabajo en la Universidad Complutense de Madrid, en uno de los varios homenajes rendidos a la figura de Severo Ochoa en el centenario de su nacimiento.

En concreto, el investigador zaragozano estudia las bombas de flujo de la bacteria M. tuberculosis, unas proteínas que tienen la capacidad de expulsar los antibióticos del microorganismo. "Son como las bombas de achique de los barcos y constituyen uno de los mecanismos que impiden que la mayoría de los fármacos resulten efectivos contra la enfermedad", detalla. De momento, ha constatado que la manipulación de distintos genes modifica la resistencia a determinados antibióticos, lo cual le lleva a pensar que en el futuro se puedan crear fármacos que desactiven estas bombas. Todo esto lo explica delante de su póster científico, rodeado de pegatinas que denuncian la precariedad laboral de la mayoría de los participantes.

El acto, organizado por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), pretendió mostrar el salto dado por la investigación biomédica en España desde que el joven Ochoa tuviese que exiliarse del país por la imposibilidad de realizar la ciencia que él quería. Así lo recordó la investigadora Margarita Salas, quien recalcó también cómo el que se convertiría luego en su profesor no tuvo un trabajo fijo hasta los 40 años, en la Universidad de Nueva York.

Virginia Castilla, de 27 años, es otro de los jóvenes investigadores que siguen los pasos del Nobel. Trabaja en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, junto a Salas, y estudia la complicada relación entre la bacteria común de suelo Bacillus subtilis y el bacteriófago Phi-29. La B. subtilis tiene la particularidad de formar esporas cuando se encuentra en condiciones desfavorables para sobrevivir en estado latente. Lo curioso es que el virus Phi-29, uno de sus peores enemigos, es capaz de aprovechar esta estrategia para, una vez infectada la bacteria, introducir su genoma en las esporas y resistir allí hasta que vuelvan a germinar.

Como explica Castilla, "hemos visto que la proteína Spo0A, que es la que activa la esporulación de la bacteria, facilita también la inserción del genoma del virus en la espora". Se trata de ciencia básica que podría ayudar a comprender mecanismos de infección en las células humanas. "La investigación es un campo donde hay mucha competencia, pero esto también motiva", asegura la joven madrileña.

Ignacio Varela tiene 24 años y trabaja en el Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Oviedo. Investiga con ratones que sufren un envejecimiento acelerado similar a la enfermedad humana conocida como Progeria de Hutchinson-Gilford, un síndrome que provoca la muerte por vejez a los 13 ó 14 años. Lo que ha comprobado es que, en ratones, este rápido envejecimiento está relacionado con una hiperactivación del supresor tumoral p53, un gen que normalmente evita la proliferación excesiva de las células para que no se vuelvan cancerosas. Del mismo modo, ha conseguido revertir el proceso y curar a los animales al disminuir los niveles de p53. Aunque, como detalla, esta solución no podría aplicarse aún en humanos. "Es un mito lo de que en España no se puede hacer tan buena ciencia como en EE UU", incide el asturiano.

Aunque algo mayores que la mayoría, en el acto también participaron los tres científicos galardonados en 2004 con el premio Euryi (European Young Investigators Award), entre ellos, Óscar Marín, del Instituto de Neurociencias del CSIC. Con 34 años, este investigador intenta esclarecer cómo funciona la corteza cerebral del ser humano, en busca de pistas para comprender el desarrollo de enfermedades como la esquizofrenia o los trastornos bipolares. Él explica que su trabajo pone de manifiesto que cambios sutiles en algunos genes tienen consecuencias mucho más relevantes de lo que se creía y que pequeños defectos en las etapas fetales o primeros años de la vida resultan cruciales muchos años después. "Comprender el cerebro es el gran reto de este siglo y somos estas generaciones las que debemos conseguirlo", dice.

El científico Ignacio Varela.
El científico Ignacio Varela.MANUEL ESCALERA
La científica Virginia Castilla.
La científica Virginia Castilla.MANUEL ESCALERA

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Sobre la firma

Clemente Álvarez
Es el coordinador de la sección de Clima y Medio Ambiente de EL PAÍS y está especializado en información ambiental, cambio climático y energía. Ha trabajado para distintos medios en España y EE UU, como Univision, Soitu.es, la Huella en La2 de TVE... Fue también uno de los fundadores de la revista Ballena Blanca.

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