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Columna
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Intrahistoria

Uno era un provinciano humilde y dichoso que vivía en Madrid. Me acababan de expulsar de un colegio mayor del Movimiento que estaba en el barrio de Argüelles, y me tuve que refugiar en la fonda de una señora triste, y de su hija pálida, no lejos del mercado de Legazpi.

Hacía frío en la fonda, mucho frío, y en España también. Recuerdo que la canción más popular era Secretaria, de Mocedades, y que en la pensión había un joven ferroviario que escuchaba cada noche, con fervor de poseso, el programa de fútbol de José María García. También se alojaba allí una señora gorda de Gijón que no tenía a nadie en el mundo. Y un poeta lírico de Torrelavega. Y un opositor extremeño, ya mayor y resentido, que siempre hablaba de alguien que, habiendo sido rojo antaño, ahora estaba "montado en el dólar". Luego quedaba yo, que iba a clase, y que algunas tardes, cuando tenía dinero, pasaba por la cuesta de Moyano a comprar libros de saldo.

Madrid era una ciudad grande, claro, pero tenía, incluso ahora lo tiene, ese grato sabor a ciudad pequeña. Convivente. Y fue entonces que murió Franco, lo que todo el mundo esperaba. Y tras el entierro estrepitoso y la llantina de los falangistas, y de la gente que siempre llora (lo mismo a Franco que a Tierno Galván, el caso es gemir) vino un día raro y nuevo. Un día como hoy, el 22 de noviembre de hace treinta años. Y como uno era un joven aficionado a la historia, me planté, muy curioso, delante de las Cortes, al otro lado de la escalinata y los leones. Había muchos guardias y no demasiada gente para la trascendencia de la ocasión. Y desde allí vi llegar al rey, que todavía no lo era. Y a la princesa Sofía. Y a los tres niños, Felipe con siete años. La gente aplaudía algo, no mucho, y todos pensábamos que aquella monarquía iba a durar poco. Y que volvería un espadón. Otro general que, suponíamos, también duraría poco. Y después otra guerra o acaso la revolución pendiente, no sé si la comunista o la de las JONS. Pero lo que vino fue la libertad. Los ciudadanos y el rey lo acabarían logrando.

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