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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Más cerca del abismo

La voladura ayer por terroristas suicidas de dos abarrotadas mezquitas chiíes, con un número de muertos en torno a los ochenta y muchos más heridos, acerca un paso más a Irak a una contienda interna de consecuencias devastadoras. A menos de un mes de las nuevas elecciones de las que debe salir un Gobierno definitivo, la barbarie perpetrada en la localidad de Khanaquin, próxima a la frontera con Irán, explicita la imparable transformación del paisaje iraquí de uno básicamente de resistencia a otro de preguerra civil entre sus comunidades fundamentales.

A lo largo de los dos años y medio transcurridos desde la invasión por EE UU han ido desplomándose tanto las presunciones falsas que justificaron la aventura como cualquier edulcorado escenario posterior avizorado por la Casa Blanca y el Pentágono. El Irak de finales de 2005 es un ensangrentado laboratorio del terror, donde la masa crítica alcanzada por la insurgencia hace imposible su derrota a corto plazo. Mejorar la vida de los iraquíes es sencillamente imposible si antes no se garantiza cierta seguridad.

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Cada semana que pasa son más inquietantes los signos de enfrentamiento entre los dominantes y mayoritarios chiíes y los ahora preteridos suníes. El último episodio que añade combustible a esta fragmentación sectaria ha sido el descubrimiento estadounidense de un búnker del Ministerio del Interior que albergaba a 170 prisioneros, la mayoría árabes suníes, con muestras de torturas. El hallazgo refuerza las acusaciones contra un departamento controlado por el más importante partido chií del Gobierno, al que además Irán apoya firmemente. De las conclusiones de la investigación emprendida a regañadientes por el primer ministro Al Yafari, a su vez jefe de otro partido chií rival, dependerá en buena medida la participación suní en las elecciones del 15 de diciembre, pretendidamente las de la democratización de Irak. La incorporación de los renuentes suníes a la vida política es condición básica de cualquier proyecto pacificador.

La reunión que hoy debe de comenzar en El Cairo entre políticos iraquíes de facciones rivales, impulsada por la Liga Árabe con supuesto ánimo reconciliador, es, así, papel mojado. Un elemento suplementario del sangriento rompecabezas iraquí es la interferencia de Irán, cada vez más acusada, en los asuntos de su vecino y enemigo histórico. Irak es el único Estado árabe dominado por un Gobierno chií, razón por la cual la creciente influencia de Teherán alarma abiertamente a sus vecinos árabes.

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