"Queremos que la ciudad siga manteniendo su identidad"
El alcalde de Toledo, José Manuel Molina (PP), se presentaba exultante, tras recorrer el último trayecto del tren convencional que discurría hasta ayer entre la capital castellano-manchega y Madrid; para tomar a continuación un flamante tren AVE que partió de Atocha y llegó a la estación neomudéjar de Toledo 30 minutos después. "Yo lo comparo con la época de esplendor que se produjo tras la llegada del ferrocarril en el siglo XIX". Las posibilidades que ofrece la nueva conexión salen a borbotones por boca de Molina, que destaca que la inauguración también tiene un carácter simbólico de reencuentro entre la que fue en el pasado y la que hoy es capital de España.
Una de las principales preocupaciones del regidor toledano es el aspecto inmobiliario y su impacto en la ciudad. Los precios comenzaron a subir a un ritmo del 12% o 13% anual hace dos años. Ahora el precio medio del metro cuadrado se sitúa en los 1.500 y 1.800 euros. "Estamos trabajando en un plan para la construcción de unas 38.000 viviendas en unos 10 años, el 50% públicas", subraya Molina.
Su previsión es que la ciudad, en la que están censados 80.000 habitantes, alcance en los próximos años los 140.000, "un número que es sostenible, y que se mantenga su identidad, que no se desvirtúe". También se espera que el turismo se duplique con este nuevo servicio. Toledo también quiere avanzar paralelamente para convertirse en "un eje industrial". En 2006 se aprobará la construcción de un gran parque industrial.
Pero también hay pegas. La red convencional ha desaparecido, con lo que no hay alternativa ferroviaria. Los viajeros ya reclaman más flexibilidad en la caducidad de los abonos, una mayor frecuencia de trenes, y que se reduzca el precio del aparcamiento, "que cobra por horas y no por fracciones".
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