Las palomas de Madrid
Es frustrante que el Ayuntamiento haga de vez en cuando campañas de propaganda del estilo "guerra a las palomas" para erradicar o disminuir las colonias de palomas que se han asentado con los años en Madrid, y pasan los años sin que se haga nada o no se perciba nada. Tiene razón Eduardo Arellano Ramírez en la carta que ha publicado su periódico en fechas pasadas.
A las que eran conocidas enfermedades transmitidas por estas aves, así como al deterioro que sufren los edificios históricos y privados por sus excrementos y anidación, ahora se añade el riesgo de la transmisión de la gripe aviar.
Por Madrid -el problema es general-, como ha recordado Francisco L. Carrillo en otra carta a su periódico, pasan todos los años miles de aves migratorias por encima de los tejados donde se asientan miles de palomas que, a veces, se confunden con ellas, por lo que el riesgo de propagación de aves es grande y, de ahí, el paso a las personas, fácil.
No es de recibo que dos o tres decenas de personas que pueden ser las que alimentan a estas aves pongan en riesgo la salud de tres millones de habitantes y el Ayuntamiento no ponga remedio. Y ya no valen ciertos remedios, como métodos anticonceptivos o la recogida con redes para llevarlas a campo abierto (se multiplicaría el riesgo).
Lo menos que se puede pedir a las Administraciones públicas es que sean diligentes y se anticipen a los problemas. Y si en los países y ciudades en los que se han detectado casos de gripe en pollos y aves de corral se ha sacrificado a miles de estas aves sin que nadie proteste, siendo alimento casi imprescindible para las personas, con cuánta mayor razón hay que sacrificar a miles de estas aves por el bien de todos.
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