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Reportaje:Aulas

Educadores contra el tabaco

Alumnos de Enfermería y Medicina de Cádiz se forman para enseñar a dejar de fumar a sus compañeros

Lo primero es ganarse la confianza del fumador. Hacerle ver que en la relación recién creada entre terapeuta y paciente no debe haber mentiras. Sólo así se le podrá ayudar a dejar el tabaco. Los 30 alumnos inscritos en el recién inaugurado Curso para la formación de educadores en salud, organizado por la Universidad de Cádiz (UCA), aprenden lecciones como ésta cada día. La idea es que estos estudiantes, de Enfermería y Medicina, puedan participar como terapeutas en grupos de deshabituación al tabaco ya programados en la UCA o, incluso, organizar los suyos propios entre sus compañeros que fuman.

Los alumnos han arrancado el curso con conocimientos teóricos y prácticos. Han conocido, por ejemplo, que un cigarrillo se compone de más de 4.000 sustancias. Han aprendido todos sus compuestos para poder explicárselos.

Entre el 20% y el 30% de los que asisten a los cursos deja de fumar al acabar la terapia.

También han adquirido claves para poder controlar cada sesión y dominar los riesgos de abandono o desidia. Aprenden cómo actuar si un paciente se rebela, si uno se muestra poco receptivo o si otro se resiste a aplicarse las lecciones. Hay muchos trucos. Por ejemplo, ante un caso de apatía, se inicia una batería incansable de preguntas continuas hasta que el fumador cede a participar, cansado del interrogatorio.

Sólo en las dos primeras clases los alumnos ya tienen claro cómo han de ganarse al grupo. "La confianza es fundamental. Tienes que hacerle entender que estás ahí para ayudarle y eso se consigue a través de la empatía. Poniéndote en el lugar del fumador para saber llegar a él", explica Noemí Fuentes, de 20 años, estudiante de 3º de Medicina. Junto a otros compañeros de clase se apuntó al curso, animada por su planteamiento participativo y su rechazo frontal al tabaco. "Nunca he fumado y no me gusta nada que lo hagan delante mía". Patricia Garcés, de la misma edad y también alumna de Medicina, tiene ganas de formar un grupo y ayudar a dejar de fumar. Su compañero Ángel Pareja espera que este curso les adelante el contacto directo con los pacientes.

La coordinadora, la profesora Cristina Verástegui, lleva ya tiempo organizando grupos de terapia en la UCA. Dando la mano a quien la quiera para ayudarle a salir de la adicción a la nicotina.

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Hasta ahora, ha formado siete grupos de 10 personas en la universidad. Entre el 20% y el 30% de ellos deja de fumar al acabar la terapia. La proximidad de la entrada en vigor de nueva ley antitabaco, a partir del 1 de enero, le hizo ver la necesidad de contar con más personal para atender la previsible demanda. Y le pareció una buena idea formar a los alumnos de Ciencias de la Salud para que fueran ellos mismos los terapeutas.

Los cursos se dividen en 40 horas teóricas, 20 prácticas, para trabajar en grupos ya formados y organizar nuevos entre los compañeros universitarios, y otras 20 para trabajar en equipo. Además de los conocimientos, los alumnos podrán recibir entre cuatro y ocho créditos y puntos para las futuras prácticas. Las clases se imparten los jueves y los viernes, cinco horas cada tarde, pero, según alumnos y profesores, no se hacen aburridas.

En la última clase Patricia polemizó con sus compañeros al definir a los fumadores como "estigmatizados de la sociedad". Según ella, la nueva ley es toda una campaña de acoso y derribo contra derechos básicos. Entre lecciones teóricas y prácticas, el debate social se abre paso. Entre los 30 alumnos, hay una decena que fuma. Algunos como Juan, estudiante de 3º de Medicina, revela que está asistiendo al curso con la voluntad de dejarlo definitivamente. "No fumo mucho pero es mejor abandonar ahora", dice entre las risas poco convencidas de sus amigos, conocedores de anteriores frustrados intentos. Juan, quien no quiere hacer público su apellido por temor a represalias paternas, es uno de los potenciales miembros de los grupos de terapia que se piensan formar en la UCA. En ellos, conocerán técnicas de relajación y métodos para eliminar la ansiedad, como la colocación de pequeñas semillas en la oreja. Es lo que se conoce como auriculoterapia. Técnicas cuya eficacia están probando investigadores del Servicio Andaluz de Salud.

Las terapias que han aprendido los alumnos gaditanos de Medicina y Enfermería se dividen en cinco sesiones. Aunque aprendan mucho, saben que no hay milagros. La mano tendida que ellos podrán prestar al terminar su formación sólo es efectiva si el fumador tiene voluntad acérrima para dejar de serlo.

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